Opinión internacional

¿Qué está pasando en Cataluña?

Es difícil de entender, pues es un delirio revolucionario impropio de una región europea en el siglo XXI. Una minoría de catalanes (y sí, son y siempre han sido una minoría pues jamás han obtenido más de 2,1 millones de votos sobre un censo de 5,3 millones y una población de 7,5 millones; haga usted las matemáticas básicas, eso es una minoría) se han lanzado a un proceso de sedición independentista contra el criterio de las Naciones Unidas (que no reconoce el derecho de autodeterminación nada más que a colonias sin democracia), contra el criterio de la Unión Europea (que reiteradamente ha mostrado su rechazo a este proceso), contra el criterio de toda la comunidad internacional (significativamente el único apoyo de un gobernante que han obtenido los independentistas es el de Maduro), contra el criterio de la ley y la Constitución españolas (con reiteradas sentencias del Tribunal Constitucional y del Tribunal Superior de Justicia) y hasta contra la propia legalidad de Cataluña (pues incluso incumplieron los reglamentos de las cámaras y el propio Estatut de Catalunya). Los bancos y las empresas ya están huyendo masivamente del delirio que supone este proceso independentista (“procés”) que ha convertido a Cataluña, una región próspera dentro de una España Constitucional y democrática, en una sinrazón jurídica con altercados sociales. Se ha enfrentado a unos catalanes contra otros, se ha roto el orden Constitucional y la convivencia democrática; y se ha hecho en nombre de una ensoñación nacionalista que no se corresponde con la realidad, de la tergiversación de la historia por el mito nacional-fundacional, y de los intereses de unos políticos mediocres que incapaces de resolver los problemas reales de los catalanes quisieron huir hacia delante prometiendo la utopía de la “patria nueva”. No estamos ante el nacimiento de la República Catalana, estamos ante su aborto. Y como todo aborto es desagradable y lamentable.

No se puede ser equidistante entre quien respeta la Constitución y las leyes y quien las viola; entre quien cumple los procesos democráticos y quien simula referéndums ilegales desconociendo a la mayoría de la población; entre quien propone una convivencia pacífica dentro de la Unión Europea y quien promueve el enfrentamiento arropado en banderas y la salida de la Unión Europea.

La inmensa mayoría de españoles queremos seguir viviendo en el orden constitucional que ha traído a España los 40 años de mayor prosperidad de nuestra historia y nos ha permitido tener libertades integrados en la Unión Europea. Tenemos derecho (y la obligación) de exigir que se respete la legalidad y la convivencia de todos, diversos, bajo una misma Constitución.

Esto no es un enfrentamiento entre Cataluña y España como nos lo quieren presentar los independentistas totalizadores, ocultando a la mayoría de los catalanes que no les apoyan.

Esto es la defensa de la legalidad y la convivencia frente a quienes con criterios tribales las quieren quebrantar. No se puede ser equidistante entre quien respeta la Constitución y las leyes y quien las viola; entre quien cumple los procesos democráticos y quien simula referéndums ilegales desconociendo a la mayoría de la población; entre quien propone una convivencia pacífica dentro de la Unión Europea y quien promueve el enfrentamiento arropado en banderas y la salida de la Unión Europea.

Como millones de manifestantes decían este domingo en Barcelona: “Recuperem el seny”, recuperemos la sensatez. (O)

* Profesor universitario.