Como nunca antes en la historia, el nuevo presidente de la República recibe de su antecesor un Programa de Trabajo en tres libros que cual mandamientos señalan el camino a seguir en su mandato junto con los profetas que lo acompañarán en su ejecución. Y para apoyarlo más en su peregrinación, adelanta leyes que señalan el camino soberano que regirá las relaciones internacionales con los países amigos, incluyendo los de la Unión Europea, bloqueando proyectos de inversiones de empresas de esos países, hasta que en largas negociaciones se acuerden las cortes que dirimirían los problemas que pudieran suscitarse; se crea un Cuerpo Civil de Protección Presidencial para la seguridad de presidentes entrantes y salientes, sus allegados y principales funcionarios del Gobierno, guardias pagados por los contribuyentes ecuatorianos para cuidar a los ex en el país o en el exterior y otras leyes que facilitarán al presidente entrante la ruta a seguir. Ah, y para garantizar la continuidad del sistema judicial y de control a las entidades y funcionarios de Gobierno, recibe fiscal general y contralor de la nación afines a Alianza PAIS recién elegidos para un nuevo periodo. Para resolver la falta de ingresos para cubrir el déficit del Presupuesto del Estado, le dejan el “brilloso” artificio financiero, “de última generación”, el dinero electrónico, administrado por el propio Banco Central, que lo único que falta para que funcione para sus propósitos es la decisión de hacerlo obligatorio para todos los bancos y ciudadanos, en cuyo caso, además de banco de bancos, el Banco Central se convertiría en banco de todos los ecuatorianos. Solución ideal para la profundización del socialismo siglo XXI.
Solo hecho lo anterior dispondrá el nuevo Gobierno de moneda virtual e iniciaría la recuperación de la tan esperada “soberanía monetaria” que hará saltar de júbilo al presidente saliente y sus coidearios y de preocupación a un pueblo que desde el 2000 ganó lo que perdió de 1973 a 1999: la estabilidad monetaria y el mantenimiento del poder adquisitivo de sus sueldos, capitalizando a partir del inicio del siglo su economía familiar con bienes muebles adquiridos con crédito de mediano plazo, mejorando con esa estabilidad y facilidades crediticias sus condiciones de vida. Es de esperar que las mentes “brillosas” habrán escrito los tres libros de los mandamientos, discerniendo sobre los peligros para ese pueblo de usar tal artificio, señalando al nuevo mandatario un camino transitable y no caótico como el que nos esperaría si emitieran dólares inorgánicamente. Pero como todo es posible en la viña del señor, los simples mortales nos comemos la uñas mientras no se dilucide si sí y cómo, o si no, para saber si en el transcurso del tiempo tendremos éxodo a otras tierras o no.
Pero siendo positivos, dudo que los planificadores no hayan tomado en cuenta que tratándose de un país de economía abierta se logrará su crecimiento y sostenibilidad aprovechando las ventajas competitivas de sus recursos naturales, ubicación geográfica y gente ansiosa por trabajo, con una receta dirigida a lograr alta productividad de nuestra producción exportable y de consumo interno a través de incentivos y líneas de crédito de mediano y largo plazo para la renovación de la infraestructura y cultivos, cobijados de políticas que permitan mantener el equilibrio monetario, la seguridad jurídica y personal, como base para incentivar la inversión nacional y captar inversión extranjera, en esta era mundial de permanente incremento de la demanda de alimentos por el crecimiento exponencial de la población. Bueno, por lo menos eso asumo respecto de nuestros planificadores, aunque asumir es la madre de todas las equivocaciones. (O)