Más de un mes después de haberse inaugurado oficialmente el nuevo hospital del IESS Los Ceibos en Guayaquil, la ciudadanía continúa esperando que se completen los servicios ofrecidos en la totalidad de las especialidades médicas. Una obra de la magnitud con la que se concibió dicho hospital, con una inversión de casi 220 millones de dólares y catalogada como el hospital más grande de la seguridad social ecuatoriana, debería ponerse al servicio de los afiliados de una manera integral y urgente.

La demanda de atención en salud es altamente superior en comparación con los servicios ofrecidos por los hospitales públicos. Los afiliados todavía padecen por la obtención de citas médicas tanto para consulta externa como para la práctica de exámenes diagnósticos. Pero las enfermedades no entienden de calendarios y si no son atendidas a tiempo, simplemente se agravan, aumentando los costos sociales y económicos del país.

Las expectativas creadas en los pacientes por la posibilidad de recibir atención médica en el más grande y mejor equipado hospital del país –tal como se han referido a él las autoridades gubernamentales– son muy altas. Un área de emergencia y consulta externa básicas la tiene cualquier unidad hospitalaria pequeña. Sin laboratorios y sin equipos completos para imagenología, la atención médica queda limitada a lo elemental, algo inconsistente con la magnitud de la construcción hospitalaria en cuestión, cuyas seis torres de ocho pisos cada una lucen imponentes a la vista, como si se tratara de una gran maqueta iluminada, que, como resultará obvio, por dentro se observa vacía.

Cuando fue inaugurada la obra, diario El Telégrafo reportó que ya estaban contratadas 1.878 personas y 86% de profesionales de la salud, de los cuales 300 serían nuevos médicos que atenderían 37 especialidades. Entonces, me pregunto: ¿Dónde están? ¿Cuánto tiempo más habrá de transcurrir para que la atención sea completa?

Hace pocos días circuló por las redes sociales un video en el que se veía a un paciente que era trasladado en ambulancia al nuevo hospital de Los Ceibos. Y, según se recogía, no había podido ser admitido y la médica residente le respondía que “no contaban con terapia intensiva”. Otros pacientes, en cambio, acuden a la consulta externa para ser atendidos; pero, si la enfermedad es compleja y requiere exámenes especiales, lo derivan al hospital Teodoro Maldonado Carbo, del que ya conocemos también dificultades y deficiencias.

En el papel todo pinta maravilloso: 19 quirófanos, 131 consultorios, 94 puestos de cuidados intensivos, 3 laboratorios, 2 tomógrafos, 1 resonador magnético, 3 equipos de rayos X, ecógrafos, mamógrafos, entre otros. Una lista de servicios que hasta ahora parece que solamente han alimentado las ilusiones y esperanzas de los pacientes. Si no contaba con todo lo necesario y ofrecido para ser inaugurado, hubiera sido más responsable y humanitario posponer la parafernalia. La salud es uno de los bienes más preciados del ser humano y su valía debe ser respetada. Veamos cuánto tiempo más transcurre hasta que todo lo ofrecido sea real. (O)