Debería llamarse Ley de fomento del contrabando la que con el carácter de urgente se entregó a la Asamblea para aumentar impuestos a los cigarrillos, licores y bebidas azucaradas. Se trataría de un nombre fácil de recordar y dejaríamos de lado los nombres pomposos de las leyes como la Ley Orgánica del Trabajo Juvenil, Regulación Excepcional de la Jornada de Trabajo, Cesantía y Seguro de Desempleo; Ley Orgánica de Prevención Integral del Fenómeno Socioeconómico de las Drogas y de Regulación y Control del Uso de Sustancias Sujetas a Fiscalización...
Debido a los absurdos impuestos, los precios de venta en Ecuador son hasta 400% más altos que en los países vecinos. Esta enorme diferencia de precios genera contrabando que no se podrá combatir con timbres o sellos, porque la ley de oferta y demanda (que hasta aquí no se ha derogado) se impone sobre cualquier adminículo de control. Pruebas al canto: el contrabando de gas doméstico a Colombia y Perú no se ha controlado pese a las ofertas hechas por autoridades y al empleo del ejército y la policía. Y el dólar negro o paralelo que en Venezuela supera los 1.000 bolívares por dólar, mientras el cambio oficial va desde 6,30 a 40, tampoco lo pueden eliminar. El Ecuador se vuelve cada día más caro para el turismo; el Gobierno no obtendrá los $ 300 millones que espera recaudar para mantener el alto gasto fiscal; el contrabando y los contrabandistas estarían de plácemes; el consumo seguirá igual y el ciudadano correrá el riesgo de que le vendan licores adulterados con riesgo para su salud. Cosas del buen vivir.(O)
Francisco Rosales Ramos, abogado, Quito