¿De qué hablan Bill y Melinda Gates?
No de a quién le toca lavar los platos o sacar la basura, según parece, sino de cosas más pesadas. La perspectiva de erradicar la polio. La utilidad de darles facultades a las mujeres. La mejor forma de salvar vidas.
Oh, y quizá también cuánto hay que reconocer ante un columnista curioso que, efectivamente, algunas veces discuten.
Han pasado quince años desde que Bill y Melinda Gates crearon la que ahora es la fundación más grande del mundo. Este aniversario parece ser un buen momento para preguntarles qué han aprendido tras regalar 34.000 millones de dólares, qué errores han cometido y en qué no están de acuerdo.
Pero antes, un recordatorio de lo histórica que ha sido esta fundación, que ha desempeñado un papel central en la campaña para transformar la salud y la nutrición de los pobres del mundo.
En toda su historia, el hombre solo ha erradicado una enfermedad que lo afecta: la viruela. Bill y Melinda Gates prevén erradicar cuatro más en los próximos quince años: la polio y la enfermedad del gusano de Guinea y, en lo que respecta a las otras dos, la elefantiasis y el tracoma. Afirman, con bastantes bases, que poco después de eso estarían en buena posición para erradicar la malaria y hacer enormes progresos contra el sida.
Según mis cálculos conservadores y preliminares, el mundo le ha salvado la vida a más de 33 millones de niños desde que se estableció la fundación (aunque, por supuesto, la fundación no se lleva todo el crédito). Y Bill y Melinda Gates prevén que, si se hacen las inversiones adecuadas, el mundo le salvará la vida a 61 millones de niños más en los próximos quince años, mientras los índices de mortalidad infantil se reducen más rápidamente que en toda la historia del mundo.
Esas son noticias sorprendentes. En cambio, los Gates reconocen que las inversiones de la fundación en educación en Estados Unidos no han dado los resultados esperados.
“No ha habido cambios espectaculares”, reconoce Bill. “No es como la mortalidad de los niños menores de cinco años, donde vemos una mejoría espectacular.”
Pero Bill y Melinda Gates aseguran que no están desanimados por la falta de progresos transformadores en materia de educación. “Seguimos estando muy comprometidos”, asegura Bill.
Un salto gigantesco: Bill y Melinda dicen que la fundación va a ampliar los programas más allá del nivel primario para invertir en programas de primera infancia en todo el país. Estoy emocionado, pues estoy convencido de que ayudar a los niños de menos de cinco años de edad (cuando el cerebro se está desarrollando rápidamente) es determinante para los niños en situación de riesgo.
¿Qué errores cometieron con su fundación filantrópica? Ellos dicen que empezaron demasiado concentrados en la tecnología. Ahora, algunas de las medidas que promueven no tienen que ver con la tecnología, como la lactancia con leche materna, que cada año les puede salvar la vida a más de 800.000 niños de todo el mundo.
Del mismo modo, agregan, no les gustó lo difícil que fue traducir los avances científicos en progresos reales en aldeas remotas. Los problemas de obtener resultados reales, en ambientes donde nada funcionaba como se esperaba, fueron mucho mayores de lo esperado.
Ese problema es lo que los hizo interesarse en el género y el facultamiento de las mujeres, temas que en un principio descuidaron, pero que luego vieron que eran determinantes para obtener resultados. La fundación ha invertido en ámbitos como anticonceptivos, grupos de autoayuda para mujeres y el combate del tráfico sexual.
A veces se debate quién ha salvado más vidas en todo el mundo. ¿Edward Jenner, creador de la vacuna contra la viruela? ¿Fritz Haber, que echó las bases de los fertilizantes (aunque también explosivos) modernos? ¿Norman Borlaug, el abanderado de la revolución verde? ¿James Grant, que dirigió campañas de sobrevivencia de niños? Bill y Melinda Gates podrían ser contendientes si sus inversiones en salud y nutrición dan resultado en los próximos años.
Pero cuando se le pregunta sobre su legado, Bill no quiere hablar mucho al respecto.
“¿Legado?”, pregunta. “Nosotros no optimizamos para eso”.
Así, pues, por último, ¿en qué no están de acuerdo Bill y Melinda Gates?
Ah, aquí la conversación se pone un poco incómoda. Bill se cierra; Melinda es un poco más accesible.
“En la fundación siempre hay muchas pláticas de almohada”, revela Melinda. “Nos presionamos mucho uno al otro”.
¿Ejemplos?
Hay una discusión marital en voz baja.
Por las señales que siguen, deduzco que Melinda ha sido más entusiasta sobre cuestiones de género y planeación familiar, mientras que a Bill le preocupa que las mediciones en el área sean poco confiables. Por otro lado, Bill es ferviente en cuanto a investigación científica y polio, mientras que Melinda lo impulsa a considerar qué tanto se traducirían esas inversiones en ganancias en la vida real.
También parece que en los viajes, Bill considera que Melinda se concentra demasiado en visitas de campo, y Melinda piensa que Bill pasa demasiado tiempo con funcionarios. Pero parecen tener experiencia en escucharse uno al otro, en ajustarse y resolver las cosas. “Confiamos uno en el otro”, afirma Melinda. Como en casi cualquier otra pareja, solo que aquí hay más cosas en juego.
También se enseñan uno al otro, revela Melinda. En el caso de las cuestiones de género, han seguido la iniciativa de ella en investigación sobre anticonceptivos, pero también han elaborado nuevas mediciones para satisfacer a Bill.
Así, pues, entre las lecciones que han aprendido en quince años de filantropía, hay una que se aplica a todas las parejas, aunque no sean multimillonarias: ¡Escuchen a su cónyuge!
© 2015 New York Times
News Service. (O)
En toda su historia, el hombre solo ha erradicado una enfermedad que lo afecta: la viruela. Bill y Melinda Gates prevén erradicar cuatro más en los próximos quince años.