Nota del editor: Esta historia debió ser exclusiva para nuestros suscriptores, pero como un aporte a quienes se esfuerzan por emprender y mejorar la economía del país, la ofrecemos abierta a todas nuestras audiencias.

Un viaje a México le cambió la perspectiva a Alexandra Herrera, una quiteña de 53 años. En ese país centroamericano, además de probar la comida picante, también consumió dulces, los cuales fueron una gran satisfacción para su paladar.

Al llegar a Ecuador, pensó en cómo podría recrear esos dulces y salsas. Así que fue a su cocina y se las ingenió. “Como en Ecuador no había me pregunté: ¿cómo nació la tortilla, que no es un producto ecuatoriano, entonces por qué no empezar creando los dulces? No todo el mundo tiene la oportunidad de conocer México”, menciona Alexandra.

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Y entonces la ingeniera en Administración de Empresas investigó, leyó y salió a comprar tamarindo, jamaica y ají. Ahí gastó $ 50. “Esa fue mi primera compra, se me caían (los dulces) del palito (que pretendía que sean chupetes), se me quemaron, lo iba haciendo en porciones y anotando en mi cuaderno”, cuenta Alexandra, que aún tiene esas anotaciones manchadas de tamarindo y realizadas a finales de 2019.

Y como suele ocurrir con la mayoría de emprendedores, sus primeros clientes fueron su familia y amigos, pero Alexandra no se imaginaba que meses después llegaría una pandemia, que afortunadamente para ella no fue un duro golpe.

“Para 2020 ya tenía elaborado algo, pero para marzo llegó la pandemia y fue uno de los puntos que nos ayudó porque empezamos a vender a través de redes sociales. Y luego pensé en cómo empacarlos, quizás el sol los dañe, qué imagen pongo, y todo eso fuimos desarrollando junto a mi sobrino Josué y mi hija Doménica”, relata la emprendedora.

Entonces, le puso nombre: Yají, que significa picante en el idioma hausa, lengua afroasiática. Esa actividad que cada día se estaba convirtiendo en una pasión la realizaba cuando terminaba su trabajo en la oficina hasta que tomó una decisión. “Quería independizarme, tener algo propio, algo que realmente nazca del corazón y me ayude a sustentar mi vida. Al inicio fue una idea y ahora es un objetivo, el sustento familiar y para los trabajadores. Yo dividía mi tiempo entre la oficina y el sueño de mis dulces y ya era demandante. Fue creciendo y las personas lo querían más y ya no me alcanzaba el tiempo y tomé la decisión de dejar mi trabajo de más de 18 años y me dediqué a este proyecto”, explica Alexandra.

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Y ese primer día de negocio sin un trabajo formal fue uno de los mayores riesgos que asumió. “Aquí dije le ponemos fe, disciplina y constancia”, indica Alexandra, quien aún mantiene su producto estrella el tamabolas, que consiste en un chupete de tamarindo con semilla enchilado. Después, surgió el chamoy, una salsa de fruta para micheladas, carnes, ensaladas y más.

Ají y tamarindo, entre los productos claves que usa Alexandra Herrera. Foto: Alfredo Cárdenas. Foto: El Universo

A la par participaba en ferias y para 2022, cuando bajaban los contagios de COVID-19, mejoró la presentación y formalizó el producto. “Llegamos a industrializarnos un poco más. Ya no hacíamos en paila, sino en una máquina más grande. Tenemos amasadora. El 2022 nos dio la opción de ir subiendo”, comenta Alexandra.

En Yají hay un portafolio de 16 productos como enchelate de maracuyá, chamoy de tamarindo, un chile tipo tajin grado dos de picor, chilitos de mora azul, banderillas, picapiñas, entre otros. Los precios van desde $ 0,50 hasta $ 40, dependiendo de la cantidad.

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“Lo más bonito es que usamos nuestra materia prima ecuatoriana. Tenemos tamarindo, ají, sal y demás. Esto no es fácil. Hemos aplicado a grandes cadenas de supermercados, pero nos ponen trabas de que todavía no nos conocen y tenemos que seguir luchando”, cuenta Alexandra.

Detrás de Yají hay un grupo de mujeres artesanas que son las encargadas de elaborar estos productos. El proceso es 50 % manual y el restante en máquinas. “Estamos contentos porque ya nos reconocen, la gente nos busca por calidad y porque le interesa que tenga registro sanitario”, dice la emprendedora que ya posee el requerimiento de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM).

Alexandra Herrera (c), dueña del emprendimiento Yají junto a su hija Doménica Nuñez y su sobriono Josué Benalcázar. Ellos han sido su mayor apoyo. Foto: Alfredo Cárdenas. Foto: El Universo

Para Alexandra, este camino ha sido sacrificado y ha pasado “buenos, malos y terribles” meses. El peor fue el paro de junio del año pasado. “Nosotros vivimos de nuestras ventas y cuando nos cierran las puertas, no podemos circular, hacer lo normal para vender lo mínimo. Nos costó más de 90 días poder recuperarnos porque eso genera un desfase en liquidez”, recuerda, y asegura ser consciente de que su producto no es prioridad en el mercado.

A pesar de esos malos momentos, Alexandra suspira al rememorar cuando hace tres años todo lo preparaba en su cocina y ahora son varias manos las que aportan en una planta de producción. “Somos ocho personas. Esa es la satisfacción más grande, después de haberme visto preparando en mi cocina y ahora ya somos una pequeña industria de recetas mexicanas, pero producidas aquí”, sostiene.

Además de su planta de producción, posee un local al norte de Quito. Vende entre 4.000 y 5.000 unidades a nivel nacional, puesto que también hace envíos, incluso sus clientes son otros emprendedores. Ha llegado a Guayaquil, Otavalo, Latacunga, Napo, Durán, etc.

“No todos quieren para negocio, sino para ellos mismos. Me han llamado de Uruguay y consultado si podía enviarles, pero para ser exportadora necesito cumplir con las normas”, menciona Alexandra, quien confiesa que aún les falta dar ese gran paso, que sí está en su lista.

Y aún no lo hace porque requiere de una mayor sostenibilidad de su negocio. “Hay meses que trabajamos con crédito de los proveedores, así es la vida, hay momentos cuando se tiene, o de apretarse. Son montañas rusas que uno tiene que aprender a vivirlas. Por eso aconsejo no lanzarse con todo porque uno puede perderlo. Sean disciplinados y rodéense de gente con muchas ganas de trabajar”, dice Alexandra, quien asegura que Yají ha sido su mayor acierto. (I)