En el artículo de la semana pasada escribí algo sobre Venezuela y la no violencia. He recibido múltiples comentarios y me llama la atención que algunas personas entendieron que estaba incitando a una lucha armada. El tema me parece no solo de importancia, sino que creo que merece profundizarse.

En lo personal, la no violencia ha sido una opción de vida para mí y porque he intentado vivirla y aplicarla, tengo muchos cuestionamientos.

El primero es el nombre con que hablamos de una manera de resolver conflictos que requiere planificación, estrategia, claridad de objetivos, evaluaciones, y necesita cualidades de respeto, entrega, verdad y sacrificio, además de paciencia a raudales. Al decir no violencia, estamos hablando en negativo, hablamos de lo que no queremos. Lo que aspiramos y por lo que trabajamos no está dicho en ese término. Hay que explicarlo. No hemos inventado un verbo que diga la acción que queremos desarrollar, lo que muestra que la no violencia no es una realidad masiva. Hablamos de cajear cuando debes ir a la caja a pagar, de taxear, cuando un taxista recorre la ciudad, ¿qué verbo describe la no violencia?

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También me he preguntado muchas veces y durante años: ¿hubiera sido posible una lucha no violenta contra Hitler? Personalmente creo que sí, pero requería enormes costos personales y organizativos masivos, que no se dieron. En cambio, tuvimos una guerra cuyas consecuencias personales, familiares, políticas, económicas, diplomáticas se arrastran hasta hoy, aun en la manera como funcionan las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad, por ejemplo.

Esa propuesta cuyo nombre no la define no se puede improvisar. Requiere preparación y estrategia. Así como se forman soldados en los cuarteles, hay que formar poblaciones que sepan responder con “no violencia” a su lucha por la justicia, la equidad, la democracia. No es una cuestión de simple buena voluntad, de personas buenas y “espirituales”. Esa metodología y opción de vida tiene como pilares el respeto a la vida en todas sus manifestaciones.

Para poder realizar una lucha no violenta de largo alcance es necesario un exacto conocimiento de la situación que deseamos denunciar y combatir. La posibilidad de justificar, mediante pruebas, lo denunciado es elemento de suma importancia en la relación de fuerzas que se establecerán.

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Y deben estar involucrados la mayor parte de actores posibles, que respalden las acciones que se hacen, no importa de qué color político u organizativo sean. La unión la da el objetivo que se quiere lograr. Este debe ser claro, preciso, posible, limitado. No se puede querer conseguir todo al mismo tiempo.

La no violencia apuesta a la democracia en toda la organización, pues si solo depende de un líder carismático, lo que le pase a este repercutirá en todo el movimiento, y este debe poder seguir con ese líder y sin ese líder. Los ejemplos históricos de líderes emblemáticos como Luther King, Mandela, Gandhi explicitan esas condiciones necesarias.

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Lo importante es la lucha por la equidad, la justicia, la democracia. Por eso Gandhi decía: “Por esta razón, recomiendo el entrenamiento militar a aquellos que no creen más que en la violencia”. “Pero creo que la no violencia es infinitamente superior a la violencia”.

Lo que no admitía era la cobardía y el no hacer nada. La organización no violenta produce cambios profundos con mucho menor costo en sufrimiento humano. Lo que está pasando actualmente con la propuesta de Guaidó tiene mucho de no violencia, están reinventando la no violencia haciendo camino al andar. (O)