En su rostro reflejaba cansancio, pero su ánimo de seguir caminando no disminuía. Estaba empapado de sudor y tenía dolencia en una rodilla, pero eso no fue obstáculo para llevar en uno de sus hombros parte de las andas de la imagen de Cristo crucificado que encabezó ayer el viacrucis de 7 kilómetros, que se inició en un recinto cerca de Petrillo y terminó en el santuario de Santa Narcisa de Jesús en el cantón Nobol.