Eran siete personas que hacían fila en los exteriores de una farmacia frente a la puerta de Emergencia del hospital Dr. Abel Gilbert Pontón, en el suburbio, conocido como hospital Guayaquil. Unas cargaban un papel donde tenían anotada la receta, otras revisaban el celular para ver el mensaje de la enfermera del hospital. Todos ellos coincidían en que no hay algunos medicamentos e insumos en esa casa de salud y que a diario les toca hasta prestar dinero para comprar lo necesario para sus pacientes.