Magdalena colorea en un papel los personajes del nacimiento (José, María y el Niño Jesús) con crayones rojos, amarillos, cafés y verdes. Con una mano, y la palma extendida, sostiene la hoja sobre la mesa y con la otra repasa los espacios en blanco para completar el dibujo.
Mientras lo hace, dentro de un espacio habilitado en el Hogar para Personas con Discapacidad Psicosocial, de la Junta de Beneficencia de Guayaquil (JBG), de fondo se escucha Jingle Bell Rock, de Bobby Helms.
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Ella esboza una sonrisa e incluso se mueve al escuchar la melodía. A pesar de que tiene más de diez años asilada en el hogar, no ha perdido el sentido de que en diciembre se celebra esta festividad. De hecho, eso le emociona a tal punto de querer pintar infinidad de dibujos con los figuras características de la fecha.
Con las manos toma diferentes crayones de colores y no solo pinta las figuras del nacimiento, sino también árboles de Navidad, la llegada de los Reyes Magos y guirnaldas que están impresas en hojas de papel. Esta es una actividad que la realiza al menos una vez en el día desde que se inició diciembre.
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Así como ella, al menos unos 40 residentes de este hogar, ubicado en la avenida Pedro Menéndez Gilbert, norte de la ciudad, tienen plena facultad de recordar los momentos que pasaron junto con sus familiares, antes de ser ingresados.
Pues aunque algunos no han salido de este sitio en años, saben que en este mes se celebra el nacimiento de Jesús, que se bebe chocolate caliente y se reciben regalos.
Por ello, año a año, al llegar diciembre, se llenan de energía para participar de todas las actividades que tienen que ver con la Navidad: pintan dibujos, entonan villancicos, rezan y comen pan de Pascua.
“Yo deseo que todo lo que usted pida se le cumpla, que todos sean felices”, dice Patricia, otra de las residentes en el hogar. Ella en este año decidió escribir una carta y pedir salud para su familia, para sus compañeros y sus doctores.
Ella forma parte de la veintena de residentes con diagnóstico de esquizofrenia paranoica y residual.
Y es que en Navidad, los usuarios con discapacidad psicosocial, es decir, con una condición mental que les impide socializar, mantener un trabajo o tener una convivencia normal, viven la fecha como en una vivienda regular.
María Cristina Game, administradora del hogar de la JGB, afirma que tratan de replicar lo que tradicionalmente se hace en una casa el 24 y 25. Poco antes de las 22:00 del 24 se ofrece una cena con pavo, relleno y se entregan juguetes, algunos donados empresas.
Los usuarios incluso guardan sus mejores prendas para lucirlas durante la cena que se organiza por parte de los colaboradores del hogar.
También, auxiliares de enfermería que laboran a diario en el hogar apadrinan a usuarios para la entrega de obsequios. Ellos se convierten en esos padres, madres y hermanos que brindan un cálido abrazo en esta fecha especial.
“A pesar de que algunos han perdido la noción de dónde se encuentran o de qué fecha es, otros, en cambio, preguntan todo el año cuándo es Navidad y eso los mantiene emocionados siempre”, dice Game.
Durante diciembre, además, ellos pasan en una fiesta permanente ya que empresas y grupos de voluntarios realizan agasajos o les entregan regalos. Parte de los obsequios, cuenta Game, son guardados por los residentes para abrirlos el mismo 25.
Y, a diario durante el mes, se realizan actividades para recordar la Navidad.
Ese día, en cambio, se organiza un gran festejo y un show de Navidad con personajes como Papá Noel y Mamá Noel, se comparte con los residentes de diferentes áreas y se degusta pan de Pascua y chocolate caliente.
Son 132 usuarios que viven dentro del hogar de la Junta de Beneficencia, más del 50 % de ellos (al menos unos 70) están en condición de abandono.
“Si nosotros no les celebramos, entonces nadie lo hará por ellos. Ellos recuerdan sus navidades, recuerdan cómo pasaban en sus casas, cómo viajaban y compartían con los suyos”, dice Game, quien también hace un llamado a los familiares para que estén presentes en este mes que ellos consideran especial.
Para recibir el 2024, en el hogar se planea realizar una cena el 31 de diciembre y el 6 de enero se realizará una nueva integración. “Se les hace ver que es el cambio de año, que es una festividad, tratamos de que ellos siempre, aun en su realidad, sepan lo que sucede a su alrededor”, agrega. (I)