Olga Chichande camina con cuidado al salir de su casa junto a su hijo para dirigirse hacia la principal de Monte Sinaí. Como si se tratase del juego de la rayuela, ella salta de un pedazo de tierra a otro para evitar los ‘cráteres’ formados en una de las dos vías principales de la cooperativa Ebenezer, en el noroeste de Guayaquil.

La calle está a unos 200 metros de la vía principal de Monte Sinaí, donde está ubicado un complejo de piscinas y cadenas de supermercados.

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En un tramo de al menos 500 metros se contabilizan más de 10 huecos y de ellos más de la mitad puede cubrir parte o la totalidad de la llanta de un bus de transporte urbano.

El tránsito en esa zona se ha complicado, a tal punto que los conductores de buses evitan la calle y toman vías alternas. Sin embargo, esto perjudica a moradores, ya que por esa vía cruzan al menos cinco líneas de transporte que movilizan a pasajeros hacia el centro y norte de la urbe.

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Chichande detalla que antes de que se inicie el invierno por el sector se realizaron ciertos trabajos de reparación de baches, pero estos no sirvieron pues la vía se detrosó con las lluvias fuertes registradas en marzo.

“Es intransitable, realmente no pueden pasar los buses, a veces se quedan hasta la piscina en la calle principal y otros se desvían por la otra cuadra, pero también se ha dañado”, relata.

Los baches proliferan en la cooperativa Ebenezer, Monte Sinaí. Moradores conviven con este inconveniente en periodo invernal. Foto: El Universo

Máximo Martínez es conductor de la línea 157 y este lunes, mientras cruzaba por la cooperativa para cumplir con su recorrido, la unidad que manejaba se quedó atascada en un ‘cráter’ de un metro de ancho.

Con la ayuda de moradores movió un poco de tierra para lograr que el vehículo rodara, pero tuvo que desembarcar a los ocupantes y devolver el pasaje en ese sector. El bus quedó atrapado más de 45 minutos.

“Los buses se dañan por los huecos que hay en gran cantidad. Aquí los buses al rodar parecen canoas de un lado a otro. (...) La gente tiene que marcharse a sus trabajos y mire ahora, tener que bajar a la gente para lograr que el bus salga del ‘cráter’”, afirma.

En ese sector, relata, varios compañeros han llevado rocas grandes para colocar en algunos huecos y disminuir la profundidad. De esta manera, dice Martínez, tratan de no interrumpir sus recorridos.

Los camiones repartidores de productos han optado por bajarse en medio de las pozas y sujetar los palés o los productos apilados para evitar que estos caigan cuando cruzan por los huecos.

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Ángela, quien vive en la cooperativa Ebenezer desde hace dos años, afirma que los dos inviernos que ha pasado en el sector el problema ha sido el mismo: huecos en la calle y acumulación de agua que no baja.

Esto sumado a que cuando baja el agua, después de varias semanas, se percibe un olor putrefacto.

“Los taxis no avanzan más allá de la principal porque dicen que hay muchos huecos y se pueden quedar”, expresa.

La moradora comenta que hace unas dos semanas, cuando se registró una lluvia fuerte en Guayaquil, la calle se inundó y los baches no estaban visibles. De hecho, relata, una moto cruzó en medio del agua y cayó en uno de estos huecos.

“El pedido es que vengan a arreglar las calles, pero que lo hagan para que ya no se vuelva a dañar porque cada vez es la misma situación”, puntualiza.

Para Ángela, es necesaria una intervención ya que cuando llueve fuerte no quedan espacios en la calle para que las personas puedan saltar y cruzar. Algunas personas de la tercera edad se han caído, dice, mientras sale de casa hacia la principal. (I)