A simple vista, la imponente iglesia Nuestra Señora de la Merced, uno de los templos católicos más representativos de Guayaquil, pareciera no tener mayor deterioro en su estructura.
Su fachada mantiene casi intactos los arcos y las molduras que la caractizan desde que fue construida entre 1934 y 1936.
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La Merced, ubicada en las calles Víctor Manuel Rendón y Pedro Carbo, tiene la denominación de basílica menor. Cuenta con una nave central y dos laterales.
Su interior, aunque se ha conservado con el paso de los años, se ve amenazado por el avance en el deterioro registrado en la terraza, pues esto produce filtraciones dentro del templo.
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La terraza, zona que no está expuesta al público, está llena de fisuras, cuarteaduras y piso levantado. La capa que la recubre está hecha polvo, lo que deriva en que durante la temporada de lluvias se concentre el agua y filtre hacia el piso inferior.
Esto ya afectó a un gran salón que antes era usado para impartir catequesis.
El tumbado concentró humedad y se rompió. En ese sitio quedaron expuestos los grandes ductos de circulación de aire que, por efecto del agua, empujaron los pedazos de tumbado.
El salón, al momento, se ha convertido en una especie de bodega que está polvosa y abandonada.
Las sillas, mesas y demás artículos que se usaban durante las catequesis quedaron allí, en medio de los pedazos rotos de techado que continúan cayendo.
A pesar de que se lo trató de habilitar hace un par de años, era peligroso para los niños por la caída constante de material.
En el techo de dicha área ya se realizó un reforzamiento de las columnas que se habían afectado. Se reemplazaron estas estructuras con unas vigas.
Esta, sin embargo, no es una única zona alta afectada. Parte de la pared que colinda con el edificio de la Fiscalía de La Merced se desmoronó.
Con el último sismo registrado en marzo del 2023 se cayeron pedazos grandes de pared, que aún están esparcidos en el sitio.
También se agudizaron las fisuras que ya existían en el cerramiento de la terraza, sobre todo en las esquinas que dan hacia la calle Pedro Carbo.
En las esquinas se observan partes en las que la pared está separada, esto además de la pintura inflada y carcomida.
La mayor afectación se observa también en las cúpulas y las torres.
En una cierta parte de la fachada, en la pared que colinda con la Fiscalía, hay una gran grieta que se ha extendido en el último año.
El párroco Daniel Vélez señaló que, si bien hay múltiples daños que requieren intervención, el más importante es el del piso de la terraza.
“Lamentablemente, cuando llueve hay mucha cantidad de agua que filtra hacia el santuario. La humedad irá dañando toda la parte interna de este templo, de esta basílica que tenemos aquí en el centro”, detalló.
La preocupación que ronda en la parroquia es que por efectos de la humedad se empiecen a dañar las esculturas, molduras y arte que están dentro del templo.
Si bien a estos bienes se les da un cuidado minucioso y especial para conservarlos, lo que deviene desde la cubierta pudiera afectar su tiempo de vida útil.
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Vélez explicó que se realizan los cuidados que se tienen a mano y se pueden costear con los recursos que tiene la iglesia por las ofrendas, donaciones y demás actividades que se realizan para recaudar fondos.
Con estos recursos se resanan ciertas fisuras dentro de la basílica, se da mantenimiento a bancas y al arte que está expuesto para los feligreses.
Sin embargo, señaló el párroco, el dinero es insuficiente para realizar intervenciones mayores como la que se necesita en la cubierta.
“Esperamos la ayuda, obviamente, de los fieles, pero sobre todo de las entidades que están a cargo. Si no solucionamos el problema de la cubierta, siempre vamos a tener esto cada invierno y en cada temblor habrá más fisuras. Ojalá podamos tener la ayuda para intervenir pronto y no haya ninguna desgracia”, manifestó Vélez. (I)