Si se busca en internet “avenida 9 de Octubre”, los primeros resultados que arroja el buscador es que esta es la “principal arteria vial del centro de Guayaquil”. Y es que es así: este bulevar de 21 cuadras, que conecta el este con el oeste del Puerto Principal, es una zona que acoge en sus dos polos la esencia de la urbe: la parte comercial y la residencial.

Además, su nombre conmemora la fecha de la independencia de la ciudad, que este 2023 cumple 203 años.

Frente a su extremo oriental está el Hemiciclo de la Rotonda y su lado más mercantil: edificios que superan los seis pisos y una hilera de comercios. La Previsora, con sus 35 pisos y un conjunto de seis plantas en el que se albergan departamentos y locales de cadenas comerciales en la parte baja, se ubica en los primeros metros de la avenida.

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Arturo Garcés, un comerciante que a diario se instala en la esquina de Malecón y 9 de Octubre, dice que este polo inicial de la avenida tiene una metamorfosis diaria.

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En la mañana tiene el bullir de oficinistas y de ciudadanos de a pie que acuden a este punto a realizar diligencias o para cruzar al Malecón Simón Bolívar a hacer turismo. Por la noche, el bulevar se convierte en una pasarela también de turistas, pero sumada a bohemios e incluso trabajadoras sexuales.

Garcés también ha vivido esta transformación. Pasó de vender hace más de 20 años historietas cómicas a muñecos de personajes animados, llaveros y ciertas postales para turistas.

“En esta parte inicial es donde nace todo lo representativo de la 9 de Octubre, por la Rotonda y por La Previsora”, dice el comerciante, quien asegura que el inicio de la avenida es también uno de los puntos más visitados por turistas nacionales y extranjeros al ser un puente hacia el Malecón y el río Guayas.

La parte final de la avenida 9 de Octubre está a pocos metros del puente 5 de Junio, ubicado sobre el estero Salado. Foto: El Universo

Según el comerciante, las postales más bonitas y representativas se pueden tomar en la esquina de Malecón y 9 de Octubre, bien sea con el fondo del Hemiciclo de la Rotonda, que es lo más llamativo del Malecón, o de forma panorámica hacia el oeste con el fondo de la avenida.

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Esta arteria se extiende por 2,2 kilómetros y congrega locales comerciales, restaurantes, almacenes de ropa, agencias bancarias, operadores de turismo, supermercados, hoteles, edificios de oficinas, entre otros negocios. También ciertos bienes patrimoniales que están ubicados en diferentes cuadras.

En su lado occidental (oeste), en cambio, está la plaza Rodolfo Baquerizo Moreno y el puente 5 de Junio, que está sobre el estero Salado y que marca el final de la avenida, antes de pasar a la av. Carlos Julio Arosemena.

César Chóez lleva 24 años viviendo en uno de los últimos edificios de la avenida. Su departamento queda en el edificio 2.309, un inmueble de ocho pisos ubicado a unos 500 metros del puente 5 de Junio.

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Es manabita y, si bien su historia en la ciudad no empezó en este sector, a este ‘barrio’ lo considera el más importante de su paso por Guayaquil, ya que desde su ventana vio la evolución de esta arteria; asimismo, el ir y venir de personas que en su momento vivieron en el sector y luego migraron a otros cantones, como Daule y Samborondón.

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Recuerda que entre 2002 y 2003, cuando llegó la regeneración urbana de toda la vía por parte del cabildo, pasó de pisar asfalto a adoquín. También vio el nacimiento de lo que ahora es la reformada Plaza Rodolfo Baquerizo Moreno (antes American Park) y el Malecón del Salado.

“Llegaron las bancas, los faroles, los adoquines, pero también se perdieron árboles y un poco de ese espíritu de barrio que se tenía”, manifiesta.

Llegaron las bancas, los faroles, los adoquines, pero también se perdieron árboles y un poco de ese espíritu de barrio que se tenía”.

César Chóez, morador de uno de los edificios de la avenida 9 de Octubre

El historiador Ángel Emilio Hidalgo afirma que, a pesar de los cambios que ha tenido esta avenida, se mantiene en cierta medida como iniciaron históricamente sus dos polos: del lado este, lo mercantil desde finales del siglo XIX; y del oeste, lo residencial con barrios como el Orellana y del Salado.

En este último polo de la avenida, si bien permanecen inmuebles altos con departamentos que ahora se colocan en alquiler, ha existido una transformación a lo largo del tiempo, ya que poco a poco se ha desplazado el concepto de barrio hacia una zona comercial al igual que la inicial.

Hidalgo señala, sin embargo, que a pesar de los cambios que ha tenido la 9 de Octubre aún existen vestigios —desde el parque Centenario hacia el oeste— de construcciones que en su tiempo fueron parte de los barrios de antaño o que son representativas en el sector.

La arteria vial es una de las más representativas del casco central de Guayaquil. Foto: El Universo

Para el investigador histórico Fernando Mancero, se debe preservar la historia de la ciudad a través de su patrimonio. “Lo comercial no debe destruir lo patrimonial”, afirma.

Por ejemplo, está la conocida villa Rosa Herlinda, en donde actualmente funciona el Museo Presley Norton, una joya arquitectónica que data de los años 20 y que está a pocas cuadras del final de la avenida.

Asimismo, el Guayaquil Tenis Club, que ocupa el penúltimo predio de la 9 de Octubre, antes del Malecón del Salado, y luego otros inmuebles patrimoniales que, si bien no están en el inicio y el final de la avenida, están regados en diferentes puntos de los 2,2 kilómetros que la conforman.

Mancero manifiesta que se debe trabajar para armonizar y complementar lo comercial y lo moderno que tiene la avenida, y que se ha levantado a lo largo de los años, con lo que guarda la historia de Guayaquil. Es decir, mantener esa esencia mixta que ha tenido la arteria vial históricamente: tener la parte mercantil más hacia el Malecón y la residencial hacia el final. (I)