El escrito, con fecha del 6 de agosto del 2021, donde se rechazan estas agresiones y se pide una inmediata investigación administrativa fue sellado con el recibido en las ventanillas del Municipio el 11 de agosto, pero hasta las 12:00 del domingo 22, el CDH no recibía respuesta a su correo electrónico que pusieron en la misma misiva, donde también hacen un pedido de información sobre la actuación de los metropolitanos.Este Diario también pidió información sobre este suceso al cabildo, pero hasta el cierre de esta edición (17:30 del domingo 22) no hubo contestación a dos interrogantes planteadas por este Diario.Billy Navarrete, secretario ejecutivo del CDH, cuenta que funcionarios vestidos de civil, sin identificar, no pueden ordenar este tipo de operaciones en las que incluso hayagresiones, porque no están actuando como autoridad. Es el uniforme y sus emblemas lo que los vuelven autoridad en la calle.Y de estos casos, donde hay agresiones, hay muchos y se dan casi a diario, aunque las autoridades locales tratan de minimizarlos, aseguran comerciantes y dirigentes entrevistados. Algunos incluso se han expuesto en redes sociales en estos días, donde se replican videos con enfrentamientos y vulneraciones. Del lado de los agentes metropolitanos también se habla de que son víctimas de agresiones por parte de los informales.Quien se encarga de poner el orden en el espacio público es la autoridad, en este caso la local (Municipio), quien debe hacer valer su función como tal. Para esto debe poner normas claras y hacerlas respetar, explica el sociólogo Carlos Tutivén, docente investigador de la Universidad Casa Grande.Explica que una autoridad no puede basar su gestión y administración en dejar hacer y dejar pasar porque aquello caotiza la convivencia en el espacio urbano y lo vuelve ingobernable.“Lo que estaba pasando con las bahías era algo ya inadmisible. Y lo digo porque vivo en las bahías. El espacio público ya no era un espacio público, compartido, de convivencia, de circulación, de intercambio, de vida cotidiana. El espacio estaba pauperizado, deteriorado, destruido, no se podía caminar, circular, sin que no se den atropellos. Y no hablo del atropello de los municipales a los informales, sino de todos contra todos, porque había un colapso de mínimas reglas de espacialidad, racionalidad y administración de un espacio que le pertenece a todos”, expone Tutivén.Cuenta que desde una mirada externa quizás se puede ver a la medida (intervenir para recuperar el espacio público) como contundente o represiva, como citan muchos ciudadanos, pero que era necesaria por los problemas que ahí surgían, donde la caotización rayaba en lo irracional.Sostiene que ahora, la sociedad civil debe hacer un seguimiento de qué vendrá (soluciones a largo plazo), de “qué medidas de racionalidad del espacio público, en relación a comercio informal, se van a dar”. Aquello, agrega, es clave puesto que no hay garantías de que se mantenga el espacio como está momentáneamente, ya que esto dependerá también de la dinámica de la gestión pública.Tutivén resalta que la ciudadanía a veces cree que hay autoritarismo cuando se hace respetar una regla o una ley. Pero que el autoritarismo es cuando no se dan razones de la gestión que se hace. Pero mientras se cumpla esto último y exista un bien superior, la autoridad “tiene que hacerse valer”.Y asimismo es la autoridad municipal la que debe de encargarse de ese espacio público, de legislar para recuperarlo, nadie más, agrega el sociólogo.Para Billy Navarrete, del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), el principal conflicto que la política municipal tiene en Guayaquil, y que a su criterio no ha estado bien manejado y va en perjuicio del mismo cabildo, es esta confrontación por el espacio urbano, donde se ha construido una imagen de un funcionario, en este caso policía o agente metropolitano, como un sujeto violento, “como un garrotero, que es el calificativo que se le da. Y eso desmerece del rango de autoridad que un agente del Estado debería conservar y poner por delante”, menciona.Cuenta que de por sí el espacio público es un tema complejo en cualquier ciudad, pero las autoridades deben aprender a manejarlo como se lo ha hecho en otros lados.“No se ha discutido ampliamente con los actores para encontrarle salida. La única respuesta ha sido la de la fuerza. Como hemos visto en estos videos (que han circulado en redes sociales en estos días), la reacción de la ciudadanía es inmediata y a veces en el mismo sentido que la agresión estatal y eso no es una manera de gobernar. La violencia trae más violencia y eso no es lo que debe buscar la autoridad”, indica Navarrete.“El comerciante informal es un pequeño motorcito de la economía a nivel nacional que sencillamente siempre es utilizado (en época electoral). En tiempo de campaña, la señora alcaldesa ofreció muchas cosas y no cumple ninguna de las que prometió (a los informales)… Hemos solicitado una reunión, pero no nos dan apertura”, cuenta Jorge Mora Gaibor, presidente de la Asociación de Comerciantes Informales del Malecón, conformada a raíz de estos operativos, y que alberga a casi 400 vendedores que buscan legalizarse.Agrega que desde la administración de Jaime Nebot han intentado conformar una asociación para trabajar en la Bahía de manera formal, pagando tributos y permisos municipales, pero que supuestamente en todo ese tiempo no se dio paso a nuevas asociaciones de comerciantes en esa zona céntrica de Guayaquil. Tampoco, asegura, pueden alquilar las carpas o espacios que hay para ferias en el interior del malecón Simón Bolívar porque los costos son muy elevados para ellos, dice Mora y refiere que ahí el alquiler de un estand de 2 metros por 2 metros vale $ 250 al mes, y hasta $ 350 cuando son fiestas o temporadas como julio, octubre o diciembre, pero lo que ganan si trabajan de domingo a domingo no les alcanza para cancelar ese valor, expone.El gremio de Mora propone que les asignen módulos o espacios en calles de la Bahía que son usadas más para los estacionamientos de los vehículos como las que están en zonas que colindan con la Caja del Seguro del IESS y otras transversales.César Cavero Cox, de 52 años, comerciante informal de “toda la vida” y quien se mueve por zonas del noroeste ante el “crecimiento descontrolado de vendedores”, en especial de extranjeros, habla también de la creación de corredores formales organizados, con reglas para todos, como uniformes y distintivos, como alternativa viable para ayudar a los ambulantes que se ven obligados a trabajar en las calles ante la falta de empleo formal.“Todos en mi familia (ahora son más de siete hogares) vivimos del comercio informal porque nunca nos salió un trabajo fijo por más que metimos carpetas donde más pudimos… Entonces no podemos dejarnos morir de hambre, tenemos hijos que mantener, necesidades…”, cuenta.Alfredo Carrasco Larrosa, presidente de la Asamblea Ciudadana de Servicios Públicos del Guayas, comenta que otra de las soluciones es llevar, de manera organizada y con normas por cumplir, a los informales a explanadas que actualmente están vacías.Gustavo Zúñiga, titular de la Dirección de Aseo y Mercados del Municipio de Guayaquil, sostuvo también en una entrevista con este Diario, el 8 de agosto, que hay soluciones, y que incluso han dado unas 30.000 soluciones a lo largo de estos 20 últimos años, pero que todo se hace con estudios y basados en la demanda de los que realmente quieren formalizarse, porque uno de los problemas reiterativos es que hay vendedores que son eventuales (por horas y días) y que no quieren seguir horarios y reglas como las que se exigen en los mercados municipales, donde hay pocos espacios vacíos ante la demanda, dijo.Que las ventas han subido el 30 % y hasta el 40 % ahora que no hay informales en las aceras que afectaba también a sus negocios, dicen representantes del comercio formal en la Bahía. Ellos cuentan que desde hace dos años agentes metropolitanos se dedicaban a pedir coimas y que para engañar a los funcionarios municipales primero tomaban fotos a las 09:00 de cómo retiraban a los ambulantes, y aquello enviaban a sus superiores. Luego cobraban y los dejan instalar. Lo mismo hacían en la tarde.Ellos también esperan que el Municipio les dé una solución definitiva a los informales para que puedan vender, ya que entienden que necesitan sobrevivir en esta crisis económica, comenta Elicer Sala, del gremio de comerciantes formales. Él espera que no los manden al Mercado de las Cuatro Manzanas porque de allá, en cambio, siguen saliendo los vendedores a las calles, ya que hay quejas de bajas ventas. (I)","isAccessibleForFree":false,"hasPart":{"@type":"WebPageElement","isAccessibleForFree":"False","cssSelector":".paywall"}}
Defensor de DD. HH. denuncia agresión por ‘municipales vestidos de civil’ que actúan en operativos en la Bahía; y ambulantes piden pronta solución a su situación
Informales piden que se les asignen puestos o quioscos en calles menos transitadas del centro para regularse. Dicen que aún no les contestan a sus escritos.
Uno de los operativos en la Bahía donde supuestos servidores municipales vestidos de civiles, que se bajan de camionetas con logos del cabildo, dan "órdenes e intimidan" a informales. Incluso un activista denunció agresión física y verbal. Por esto, el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH) envió una carta a la Alcaldesa de Guayaquil. Foto: Cortesía del CDH Foto: El Universo
Quioscos o puestos formales asignados en calles menos transitadas en el centro; corredores comerciales, explanadas o espacios concurridos donde puedan ofertar sus mercaderías ya regulados y organizados piden vendedores y representantes de comerciantes informales o autónomos que desde inicios de este agosto volvieron a hacer el centro de atención por los operativos y acciones que han retomado autoridades municipales para recuperar los espacios públicos, como calles y aceras, que una parte de ellos ocupaba con la venia de los mismos funcionarios como los agentes metropolitanos.