Escenarios de robo de accesorios de vehículos, asaltos a mano armada a estudiantes, malhechores que usaban el campus para esconderse de agentes policiales, atentados explosivos e incluso abusos sexuales eran parte de los escenarios negativos con los que convivía la comunidad en la Universidad de Guayaquil, la más grande del país por su población estudiantil.