“¡Perra! ¡Acuéstate conmigo! ¡Puta! ¡Quiero pasar mi lengua en tu cosita! ¡Mamacita, estás rica! ¡Qué yucotas que tienes! ¡Estás como para comerte!”. Estas son solo algunas de las palabras vulgares y ofensivas que escuchan diariamente las mujeres de diferentes edades al salir de su trabajo, de casa o al pasear por las calles de Guayaquil. Incluso algunas son víctimas de un acoso sexual más agresivo que les causa problemas sicológicos.