Emily salió de realizar las compras en un supermercado, en el norte. Llevaba su mascarilla y cuidaba sus dos metros de distanciamiento hasta que le tocó pasar por la zona de los taxistas. Allí, dos de ellos “se abalanzaron a prestar su ayuda” y la mujer tuvo que esquivarlos y hacerles señales de que no necesitaba el servicio, pero uno de ellos decidió seguir insistiendo y le dijo “mamita” y demás palabras relacionadas con el cuerpo.