Un enfermero de un hospital de Guayaquil relató los momentos que vivieron en marzo pasado cuando aumentaron notablemente los casos de coronavirus, así como también se registró el incremento en el número de muertos lo que les llevó a los enfermeros a amortajar los cuerpos porque "el personal de la morgue no se abastecía".

El hombre recordó que cada enfermero pasó de atender de 15 a 30 pacientes en turnos de 24 horas. "Llegaba tanta gente que cuando los ibas a canalizar (con suero) se te morían prácticamente en las manos", dijo en diálogo con AFP.

"La gente (enferma) está sola, triste, la medicación les produce estragos gastrointestinales, algunos se defecan; se sienten mal y piensan que siempre van a estar así y ven que la persona que está al lado se empieza a ahogar y gritar que necesita oxígeno".

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Además contó que el personal médico no se abastecía por lo que les tocaba a ellos a acumular los cadáveres en los baños luego de amortajar los cuerpos. A muchos de sus colegas les tocó "aguantarse las ganas" para no usar los retretes ocupados.

Solo cuando se apilan "seis o siete, los vienen a retirar", dice este enfermero de 35 años y tres de servicio en uno de los centros hospitalarios que hacen frente a la pandemia en el país donde hay más de 22 mil casos confirmados de coronavirus y 576 fallecidos a causa del virus y otros 1060 muertos probables con COVID-19.

Según cuenta, después de que se repletaran las morgues, ingresaron al hospital contenedores refrigerados para depositar los cuerpos, algunos de los cuales estuvieron hasta diez días "envueltos en fundas que son como una maleta negra de viaje".

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Algunos familiares "rompen la funda (...), entonces los fluidos salen. Esto es un desastre sanitario", comenta.

Añadió que en medio de la emergencia personal administrativo se puso a buen recaudo, "los psicólogos que deberían estar trabajando han huido (...), los 32 odontólogos que deberían estar ayudando (...) a hacer los registros".

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Cuando vuelve al hogar, intenta descansar pero entonces lo despierta bruscamente la "pesadilla": corre hasta caer y "abrir la puerta del baño con la cantidad de cadáveres", "no te puedes volver a dormir", reconoce. Señala que se está sometiendo a un estricto autoaislamiento tomando las precauciones al llegar a su casa.

"Como en una mesa plástica aparte de todos. De mi habitación salgo con mascarilla, no puedo abrazar a nadie, ni a las mascotas". Te "marca el hecho de no poder colaborar más allá de poner una cánula sabiendo que (el paciente) necesita un ventilador y no tienes otra opción" cuando se trata de ancianos con diabetes o hipertensión. (I)