Tammy siente un dolor imborrable. No solo es por la muerte de su madre, una guayaquileña de 61 años que le entregó 25 de ellos a la salud. Ni por la desesperación que vivió al ingresar al hospital Los Ceibos, del IESS, a dejarle su medicación haciéndose pasar por enfermera para que se recupere y que no le fue administrada. Siente impotencia y arrepentimiento por haberla internado. Está destrozada.