Testimonio | Alberto Moyano Merino *
Desde pequeño me llamó mucho la atención ver los años viejos y todo lo que ello representa. A los 8 años me fijaba en las caras de los dibujos que venían impresas en los diablillos y trataba de hacerlas.
Cuando tenía unos 10 años, el profesor de manualidades nos enseñó a confeccionar las caretas, y para mí fue lo mejor que nos enseñó, ya que fue mi inicio en este hobby que me ha dado mucha satisfacción y ha integrado a toda la familia.
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Primero hice las caretas con un molde de barro y solo la parte de la cara, luego con una media se hacía una pelota grande del tamaño de la cabeza y se le colocaba la careta. El cuerpo era de aserrín; se rellenaban unos pantalones y camisa viejos y salía por las calles Colón y Pedro Moncayo a pedir la caridad... llegué a vestirme de viuda y llorar la muerte del año; esto lo hacía en compañía de mis amigos de barrio.
En 1979 me fui a vivir en la Alborada y desde este año se hizo tradición exhibirlos en el portal de mi casa.
Los temas son variados y los escojo de acuerdo a lo más impactante que se haya dado, sea en el Ecuador o en el mundo; en lo político, deportivo o social.
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Para realizar los años viejos empiezo en el mes de agosto. La cara de los personajes la saco del periódico (EL UNIVERSO), de las caricaturas en especial. Luego hago las piernas, brazos y cuerpo en la posición que va a tener el monigote y se ensambla; para el montaje me ayudan mis padres y hermanas.
Y desde que se casó Laura, mi cuñado Ernesto. Para colocarlos el día 26 de diciembre (se sacan en la mañana y se guardan en la noche) participamos todos incluyendo los vecinos, a quienes se les ha hecho una tradición que esperan con ansias, pues ni muy bien se quema uno, ya se preguntan cuál será el próximo tema. He recreado a políticos, reinas de belleza, a personajes públicos e históricos…
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De cada año siempre hay una anécdota que recordar. Como, por ejemplo, cuando hice a los extraterrestres llevándose a una mujer, esta tenía una blusa nueva de una de mis hermanas y se quemó con la muñeca… también el hecho de que el ufólogo Jaime Rodríguez nos felicitó y se vio muy parecido con el muñeco que hice de él, su comprensión fue muy buena.
Otra anécdota muy particular es cuando hice a Alberto Dahik en una avioneta llevándose dinero. Un señor me ofreció 500.000 mil sucres por el muñeco, para llevárselo a Machala; él quería quemarlo. Se fue triste porque no se lo vendí, no sin antes de pararse frente al muñeco y dirigirse a él como si lo escuchara y decirle todo el malestar que sentía. Dijo que quería patearlo… Se salvó porque estaba en el aire.
El tema cuando murió la princesa Diana de Gales es muy recordado, se recreó de tal forma que los niños y mayores podían sentarse en el carruaje junto a ella o sobre los caballos y fotografiarse. Los vecinos pidieron indulgencia para este muñeco, que no se quemara, que lo dejaran en el parque para que los niños pudieran jugar en él.
Otro que me dio mucha satisfacción fue el homenaje a CARR (Carlos Armando Romero Rodas); su hija nos visitó y se fotografió con el año viejo.
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Mis temas han causado muchas emociones en quienes los admiran, tanto, que siempre se llevan una foto como recuerdo, por lo que los muñecos se los exhibe en tarimas que soportan peso.
Las personas llegan de todas partes de la ciudad y de fuera, muchos los fotografían y envían a sus familiares en el exterior para que recuerden esta tradición.
Pero lo que me motiva a seguir con esta tradición cada año (44 en total) es pararme a un lado de la vereda y observar a mis vecinos que vienen caminando sumidos en sus preocupaciones, con el ceño fruncido, y de repente miran al monigote, esbozan una sonrisa al reconocer al personaje y comentan el parecido y se van sonrientes, luego, a la noche, llegan con la familia a tomarse la foto.
Hemos avanzado junto a la tecnología. Para revisar todos los trabajos pueden visitar la página web de Facebook buscando año viejo ecuador.
* Ingeniero químico.