Luego de un recorrido durante la semana pasada por las calles de la ciudad se constató la presencia de personas que piden dinero a transeúntes y conductores, a menos de un mes de la Navidad y a pocos días de que el MIES-INFA inicie su campaña temporal para disminuir la mendicidad.

Por ejemplo, José García, de 76 años, lo hace en la calle Hermano Miguel y av. de las Américas, ayudado por una amiga que empuja su silla de ruedas para que se acerque a los carros. “Me han ofrecido ayuda, pero no cumplen”, asegura el anciano, quien tiene laceraciones en una pierna producto de un atropellamiento. Él dice ser beneficiario del Bono de Desarrollo Humano de $ 35.

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Asimismo, en Gómez Rendón y Leonidas Plaza un adulto mayor de unos 75 años estaba sentado en una silla de ruedas con una sombrilla de playa que lo protegía del sol y dos piedras que sostenían el aparato.

Poco se entiende de lo que balbucea, apenas que se llama Armando y que tuvo polio en su niñez, lo que provocó la amputación de una pierna y la hinchazón de la otra.

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“Acá me trae un señor con el que vivo”, se logra entender, mientras estira el brazo con el que sostiene un palo de escoba con una botella plástica en uno de sus extremos para receptar las limosnas.

Según vecinos, al hombre lo llevan a las 07:30 y lo recogen a alrededor de las 21:00, tres veces por semana.

“Dice que no tiene familia, hay quienes dicen que un hermano murió de la misma enfermedad. Para la Navidad del año pasado empezaron a dejarlo ahí, nadie ha venido a verlo además del señor que lo trae, a veces le doy el almuerzo”, contó un morador al que le preocupaba la situación del anciano.

El martes pasado, Guillermo Guerrero (58 años) pedía limosna en el semáforo frente al centro comercial Policentro, ya que hace años se rompió algunos huesos mientras trabajaba como pintor. Aseguró que le gustaría volver a trabajar y recibir ayuda para salir de la calle.

En el mismo punto, el jueves a las 10:45 también se hallaban cuatro niños de no más de 10 años que empinaban sus pequeños rostros con la frase “una monedita para almorzar”.

A pocos metros se veía a adultos que observaban su accionar, más cerca lo esperaba otra menor que afirmó tener 13 años.

“Tenemos una prima con cáncer de seno, estamos con unos amigos por allá”, contó la adolescente, quien dijo provenir de la isla Trinitaria y agregó que no habitúan hacer eso.

Al cruzar la calle, un hombre de unos 50 años yace arrodillado en señal de plegaria sobre un parterre, a la espera de que le depositen una moneda en una pequeña caja, cuando alguien intenta hablarle rechaza cualquier acercamiento. Mientras que en 9 de Octubre y Carchi, un hombre enjuto y menudo se acerca tímidamente a las ventanas de los carros y extiende su mano, solicitud que en el caso de no ser correspondida termina en una seguidilla de sonidos guturales y dolorosas muecas.

Según el MIES-INFA, durante diciembre el problema se incrementa hasta en cinco veces, “esto obedece a la que podríamos llamar ‘oferta’ que existe de parte de la ciudadanía de dar monedas y regalos. La época genera un sentimiento general de ayuda al otro, están más prestos a compartir, pero al hacerlo desordenadamente solo agudizan el problema”.

La institución aclaró que existen dos programas para erradicar la mendicidad. El primero, de manera temporal durante las fiestas navideñas por el incremento del problema mediante el abordaje en calles, levantamiento de ficha socioeconómica, derivación a servicios públicos de salud, identidad. Con estas se espera atender a 2.122 personas directamente (en mendicidad o en riesgo) y otras 3.000 de forma indirecta, las que se concentran en Guayaquil, Durán y Playas.

En el segundo, tras un sondeo se hallaron 550 casos de mendicidad permanente en todo Guayas, que es la meta que esperan atender hasta el 2013.

El MIES-INFA informó que entre el 2008 y el 2010 se atendieron 1.000 niños y adolescentes de 300 familias.

También asegura que la mendicidad se redujo en el 30% en comparación con el 2010 y que en sectores como vía a la costa la disminución llegó al 80% durante feriados.