Convertido en uno de los íconos de la patria no solo por su piadosa vida cristiana que lo llevó a los altares en 1984, sino por su fecunda labor de maestro, académico y autor de textos de enseñanza, la comunidad ecuatoriana mantiene vigente la memoria del santo Hermano Miguel, quien falleció el 9 de febrero de 1910 en Premiá de Mar (Barcelona, España).