Entre los narcorridos de los Tigres del Norte y el culto a Jesús Malverde y a la Santa Muerte, la historia de la guerra narco que se da en México adquiere proporciones inusitadas cuando se constata que aparte de matarse entre ellos y de asesinar a policías, a jueces, a periodistas y, en fin, a quien se les ocurra en el camino, los narcotraficantes mexicanos se encargan ahora también de masacrar a emigrantes, entre ellos a ecuatorianos.
Lo que pasa en México es lo más parecido al infierno, y si no que le pregunten al joven ecuatoriano que se salvo de milagro. Resulta tan aplastante el poder violento de los narcos que inclusive la revelación de que hay un sobreviviente más de la masacre de hace algunos días, se convierte casi en un problema de Estado; el presidente Correa reveló que una segunda persona había salido con vida, lo que generó una dura respuesta del gobierno hondureño, el cual asegura que la vida de su compatriota se había puesto en peligro, una vez que el presidente ecuatoriano hizo la revelación. ¿Son tan poderosos los carteles de la droga que ahora los gobernantes deben tener cuidado en lo que dicen o no?
Evidentemente, hay muchas razones y causas que pueden explicar el florecimiento de la violencia generada por los narcos en México. Igual ocurrió hace algunos años en Colombia, país que pagó con sangre de miles de inocentes el costo de esa guerra. La guerra narco, ¿puede contagiarse a otros países de la región, entre ellos Ecuador? No cabe duda de que esa pregunta más allá de quitar el sueño a muchos, sigue siendo una incógnita difícil de despejar, toda vez que se requieren variadas situaciones y escenarios para entender el auge y la disputa de las bandas narco en un país determinado. Sin embargo y a pesar de múltiples demostraciones de la irrupción narco en nuestro país, parece que el tipo de violencia que se da ahora en México, difícilmente encontraría un cauce en nuestro país. Pero quién sabe.
Hace pocos días, el New York Times publicó un duro editorial, al referirse de la masacre en Tamaulipas; el diario señalaba que “los carteles de la droga en México se nutren del exterior por el efectivo estadounidense, el armamento, mientras que el flujo hacia el norte de emigrantes está originado por la demanda de mano de obra barata estadounidense”, para agregar que “le hemos delegado a los narcotraficantes el trabajo de administrar nuestra demanda de emigrantes, de igual manera como aquellos manejan nuestra demanda de narcóticos”. En realidad, el problema del narcotráfico tiene que ver más con la demanda que con la oferta y mientras siga existiendo tal, miles de mexicanos y latinoamericanos seguirán siendo presa fácil de carteles sedientos de dinero, sangre y violencia, sin merced alguna de Jesús Malverde ni mucho menos de la Santa Muerte.