El hollín ha pintado las paredes y el techo de la casa de Cleto Corozo y su esposa, Aura Caicedo, en las calles 28 y la R, en el suburbio oeste de Guayaquil. La noche del lunes de la semana pasada un incendio provocado por un cortocircuito dejó a esta pareja sin sus bienes.
“Todo se ha perdido, por qué las desgracias se ensañan con los pobres”, se lamentaba Aura, de 65 años, el martes 18.
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Hasta la semana pasada, esta ciudad soportó 16 incendios. Entre ellos el del domingo 16 de mayo en la zona no regenerada del Cerro Santa Ana, donde la explosión de tres tanques de gas consumió cuatro viviendas y dejó a nueve familias damnificadas. Unos 200 bomberos apagaron las llamas tras dos horas de trabajo. Algunos habitantes se quejaron porque los hidrantes de los bomberos no se habilitaron a tiempo.
Un hidrante es una pequeña toma de agua de la que se abastecen los bomberos para apagar los incendios y que, según las normas norteamericanas de la NFPA (Asociación Nacional de Protección de Incendios, por su sigla en inglés) que rigen al Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, “deben ser solamente abastecidos por el sistema de agua de servicio público”. Esto con el fin de garantizar el fluido inmediato en una emergencia.
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Sin embargo, un informe de Interagua señala que los hidrantes del Cerro Santa Ana “no están conectados a la red pública sino a un sistema de bombeo automático y manual que tiene el Cuerpo de Bomberos de su reservorio (en el cerro)”.
Además, revela que “el día del incendio, los hidrantes estaban operando en sistema manual, pero el guardia o el encargado del reservorio no se encontraba en el sitio. Los hidrantes no estaban abastecidos de agua”.
El Primer Jefe del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, Martín Cucalón, niega que ese día hayan tenido problemas con los dos hidrantes que usaron, pero sí reconoce que las tomas no estaban conectadas a la red pública de agua potable, como lo dispone la NFPA. “Hay muchas ciudades del mundo que tienen reservorios en zonas altas, el tanque de arriba le da presión a los hidrantes”, explicó; y se justificó: “¿Cómo quiere que tenga las llaves abiertas, si la gente me abre los hidrantes”.
Las normas de la NFPA establecen que los hidrantes deben ser instalados en las esquinas, con una distancia no mayor de 100 metros entre ellos.
Esta norma tampoco se cumple en Guayaquil, donde apenas hay 924 hidrantes (el 80% de lo que se requiere, según el Cuerpo de Bomberos) en el Guayaquil organizado. “En los barrios marginales no tienen ni calles o agua potable, cómo van a tener hidrantes”, dijo Cucalón.
Durante un recorrido por zonas marginales, los ciudadanos conviven con el temor de los incendios. El riesgo es mayor en zonas donde proliferan las casas de caña y madera, como en la cooperativa Los Cinco Magníficos, junto a Esmeraldas Chiquita, en el sur, donde en noviembre pasado ocurrió un flagelo que consumió dos manzanas.
En este sector, unas 500 viviendas no cuentan con el servicio de electricidad. Los moradores se abastecen de energía en rústicas instalaciones de caña. “Por qué no pusieron medidores aquí como en las manzanas quemadas, porque como aquí aún no hay incendios”, se quejó Jazmín Lindao, moradora del lugar.
Cucalón pidió que la Categ acelere la colocación de medidores. “Calculo que en Guayaquil hay unas 200 mil casas que no tienen medidor de luz, los contribuyentes formales son 250 mil casas”, dijo.
Esto repercute en el presupuesto de los bomberos, que depende de la tasa que pagan los usuarios en la planilla de energía y que no supera los 12 millones de dólares. De estos, 1,5 o 2 millones se dedican a la inversión en cuarteles o camiones (hay 3 nuevos cuarteles en construcción con los que se completarán 44 en la urbe). Pero los recursos no alcanzan para los hidrantes, de los que se encarga Interagua mediante un convenio. Los coloca según su planificación de expansión de redes, sin coordinar con los bomberos.
“Si yo necesito el hidrante, (por prioridad), tendría que ponerlo yo”, señaló Cucalón, quien advirtió que los barrios más críticos son la Trinitaria, Nigeria, Esmeraldas Chiquito, La Fragata, Guasmo y zonas del norte (Flor de Bastión, Bastión Popular, Fortín, Monte Sinaí).