Mi posición de renuncia al proyecto político de Acuerdo PAIS ha sido sacada de contexto y utilizada como argumento de deslegitimación y manipulación política, en una práctica que coincide con aquellas que me obligaron a renunciar de Acuerdo PAIS. En una frase de mi texto de alejamiento indico: “Por todas estas prácticas he llegado a la conclusión de que Acuerdo PAIS no es un movimiento de izquierda, aunque su pretensión sea la de autodeclararse como tal. De que su referencia al ‘socialismo del siglo XXI’ se convierte más en una estrategia política-electoral que en una realidad”.
Mi conclusión es que Acuerdo PAIS se ha derechizado y, por tanto, no puedo ser parte de un proyecto que entra en contradicción con mis principios y con mi vivencia. ¿Por qué no hizo, aunque sea de forma marginal, referencia a este punto fundamental Emilio Palacio en su artículo? ¿Por qué, sin embargo, dice que “La izquierda … está demostrándole al país una vanidad de poder que no imaginábamos”; cuando explícitamente en mi carta de renuncia niego que esta agrupación pueda ser considerada como tal?
¿Por qué no hace mención al proyecto del Estado plurinacional que consta en la misma carta de renuncia y que explica el motivo político de mi decisión? ¿Por qué no refiere al modelo neoliberal como referente histórico y que puede explicar, incluso, los apoyos electorales que suscita Acuerdo PAIS? ¿Por qué me adscribe responsabilidades de las cuales más bien he sido víctima?
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Retomo las mismas frases de ese editorial y las parodio para comprender el proceso de manipulación inherente a este artículo, y la textura moral de su autor: se demoró Emilio Palacio para llegar a esta conclusión. Durante casi dos décadas permitió que se persiga a otros.
Guardó silencio cuando las políticas neoliberales ofendieron a las mujeres, cuando el neoliberalismo agredió a las comunidades y pueblos indígenas, cuando el neoliberalismo impuso leyes que generaron pobreza, que concentraron el ingreso, que destruyeron la institucionalidad del país, cuando el neoliberalismo protegió a los más fuertes y castigó a los más débiles...
La omisión de Emilio Palacio no es casual. Se debe a la influencia adormecedora del neoliberalismo, que cree que las relaciones de poder se cambian en virtud de la taumaturgia de las leyes... Me cuesta creer en la deshonestidad intelectual de ocultar una verdad tan grave para no afectar a un modelo que tanto daño ha hecho a nuestro país... Los medios, o al menos quienes por su intermedio expresan sus opiniones, están demostrándole al país una obsecuencia por el poder que no imaginábamos.
Mónica Chuji Gualinga,
Quito