Ilustres gobernantes, políticos, alcaldes, que han tenido éxito en sus áreas de acción han visitado nuestro país. Sus conferencias, comentarios, entrevistas, han alimentado reflexiones de diferentes actores y en diversos contextos.
Algunos aspectos que me parecen más relevantes son los que comparto para que a su vez estos puedan seguir transformándose, en época de elecciones...
Fue durante la dictadura que diversos partidos y personalidades chilenas se reunían para pensar el país que querían, para elaborar un proyecto de país. No eran masa, eran pensadores, que se ponían de acuerdo sobre puntos mínimos no máximos, más allá de las ideologías y de sesgos de opciones partidistas. Porque tenían prisa, iban despacio; lo hicieron durante más de cinco años, de manera sistemática. Eso permitió los posteriores gobiernos de concertación que hicieron de Chile un ejemplo posible para el resto de democracias latinoamericanas.
Una de las claves de la eficacia parece ser no atacar las propuestas de los demás. Si no se está de acuerdo, es mejor dejarlas extenuarse por inanición… si se las critica, se mantienen vivas… se convierten en puntos de referencia para negarlas o apoyarlas. Es más interesante y constructivo sumarse a las propuestas que se consideran válidas o plantear nuevas alternativas que tengan posibilidades reales de aportar en cambios positivos.
La política social casi siempre es la más vulnerable en los planes de gobierno, en la elección de los responsables de llevarla a cabo y la que menos recursos tiene. Sin embargo, se necesitan emprendedores sociales, personas con cualidades empresariales, sensibilidad y conocimiento de la inequidad imperante, que lastimosamente han ubicado al Ecuador entre los diez países más inequitativos del planeta, para desarrollar políticas adecuadas y sustentables que mejoren la calidad de vida de la población.
Para encontrar caminos nuevos que aseguren a su vez un mínimo de continuidad que respete la identidad, contar con una hoja de ruta es clave. La creatividad no es sinónimo de caos, requiere una planificación capaz de cambiar de camino sin cambiar el lugar adonde se quiere llegar. El hecho de ponerse en marcha permite ver mejor los escollos y las oportunidades. A medida que se avanza, se abren nuevos horizontes y las metas de llegada se transforman en nuevos puntos de partida. Cuando se dice que se va a hacer una cosa, no se puede regresar sin haberla hecho porque eso hace confiable a quien da la palabra.
Cuando se piensa en modificar el Congreso, se habla de la necesidad de contar con senadores, para poder tener una cámara de legisladores con más experiencia, lo que significa también con más años, encargados de aprobar en instancia definitiva las leyes. En un país con una mayoría de población juvenil como el Ecuador, por qué no pensar en una cámara de jóvenes con un representante por provincia, cuya única función sería ser veedores, espejos de lo que sucede y que tuvieran el poder no de hacer leyes pero sí de vetarlas cuando de manera unánime consideraran que no son buenas para el futuro del país.