Este personaje fue un notable científico y dio su aporte para el desarrollo de Guayaquil.
Entre los guayaquileños del siglo XX que ayudaron significativamente en favor del adelanto integral de su tierra de origen está José María Ala-Vedra y Tama, nacido el 21 de marzo de 1890 en el hogar de Ángel Miguel Ala-Vedra y Moreira y Ángela Tama Rendón.
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Recibió la primaria en el colegio Mercantil y estudió humanidades clásicas en el colegio Vicente Rocafuerte, hasta graduarse de bachiller en filosofía en 1908.
Desde pequeño mostró cualidades para la medicina y cirugía. Además como deportista destacó en las prácticas de la equitación y la esgrima.
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Cuando la patria estuvo amenazada en 1910 por el Perú abandonó sus estudios y se enroló en las filas defensoras de la integridad territorial.
El general Eloy Alfaro le entregó una de las banderas (al frente de un grupo de militares) en Machala. Terminado el conflicto reanudó sus estudios universitarios.
En 1915 dirigió el gabinete de fisioterapia y radiología del Hospital General de Guayaquil.
Al año siguiente, se licenció en medicina, en 1917 se graduó de doctor en la Universidad de Quito y en 1918 se incorporó al cuerpo médico de nuestra ciudad.
Cargos
José Ala-Vedra sirvió a la comunidad desde joven y a través de distintas instituciones: ayudante de la Cruz Roja del Cuerpo de Bomberos, cirujano de la Sanidad Militar, entre otros cargos.
Asistió a varios combates en Esmeraldas durante la segunda década del siglo pasado.
El aciago 15 de noviembre de 1922 organizó a sus colegas para dar oportuna atención a los heridos en el Hospital General y recoger los cadáveres de la matanza de los trabajadores que exigían mejoras salariales por parte de tropas de las Fuerzas Armadas.
Su recomendable labor lo hizo merecedor del reconocimiento de sus ciudadanos y de la Cruz Roja que le entregó una distinción en 1924.
Científico y escritor
Amante de la literatura e investigación científica colaboró con los diarios El Telégrafo, La Opinión Pública, El Grito del Pueblo, La Nación, EL UNIVERSO, La Prensa (Guayaquil); El Ecuatoriano (Quito); El Globo (Bahía de Caráquez) y los boletines de academias científicas nacionales y extranjeras.
Su bibliografía sobre temas de medicina es muy extensa; participó activamente en la vida política del país, sufrió prisiones y exilios.
Visitó Perú y recibió condecoraciones de estados amigos, así como de la Municipalidad de Guayaquil y del Gobierno ecuatoriano.
La Orden Nacional Al Mérito en el Grado de Caballero, la Orden Militar y Constantiniana de San Jorge, concedida por el antiguo reino de Nápoles; Caballero Gran Oficial de la Orden Ecuestre y Pontificia del Santo Sepulcro de Jerusalén están, además, entre los reconocimientos que recibió por su trayectoria de servicio.
Identificado a plenitud con la romántica vida guayaquileña de la centuria pasada y convertido en uno de los personajes de su memoria, hizo construir un castillo, que actualmente está ubicado en las calles Colón y Chanduy (Francisco García Avilés). Falleció en 1974.