La música, como la religión, influye mucho en las costumbres e idiosincrasia de la gente. Se conoce a ciencia cierta que los pueblos más prósperos son aquellos que tienen folclore y música alegres.

Es que la alegría es una actitud que hace que las personas sean altruistas, trabajadoras, optimistas, positivas, de buenos sentimientos y portadoras de más virtudes y valores. Los ejemplos abundan.

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Entre nosotros se suele dar precisamente lo contrario, hay algunos creadores y amantes de cierta música pesimista, derrotista, que invita a ingerir licor y a embriagarse, a tal punto que ha habido políticos  que se han aprovechado de esta debilidad del pueblo para ofrecerle grandezas al compás de melodías pegajosas y melancólicas acompañadas de licor.

Dr. Gonzalo Merino Pérez
Guayaquil
 

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