Los jugadores expertos saben que los ingredientes más importantes de una partida de bolos son los buenos amigos y el gran entusiasmo por pasar un rato superchévere de sano esparcimiento.

A continuación un sano consejo bolichero de Marie Quintanilla, estudiante de Comunicación Social de 21 años: Nunca, pero nunca, nunca, jamás de los jamases, pises más allá de la línea donde comienza la pista y rueda la bola.

No es sencillamente porque cuando lo haces ese tiro queda inválido (se conoce como fault), sino porque el aceite deslizante que cubre la pista para que la bola ruede más fácilmente hace que quien la pise se estrelle como huevo frito. Esta joven residente de La Garzota no lo aprendió como ciencia, sino como experiencia en su último cumpleaños, el 2 de agosto, cuando para celebrar salió con siete amigos a jugar bolos y terminó en medio de la pista gateando como niña pequeña por pisar donde no debía. Lógicamente ahora es mucho más cuidadosa, y lo demostró el domingo anterior en la sala de bolos de Play Zone, en San Marino, junto a tres amigos con quienes salió para pasar un buen rato.

Todos tienen claro que el objetivo del juego es derribar la mayor cantidad de los 10 pinos ubicados al extremo de la pista, golpeándolos con una bola de fibra de plástico, cuyo peso fluctúa entre 8 y 16 libras. ¡Ahh!, otro consejo de Marie: si eres mujer ni se te ocurra coger la bola más pesada (a menos que seas levantadora de pesas), porque ella lo hizo una vez sin precaución y se lastimó la muñeca. Pero ni esos pequeños accidentes han detenido el entusiasmo de Marie y de legiones de otros jóvenes por este juego que tiene antecedentes en los tiempos de los faraones de Egipto, y que más que un deporte es un buen pretexto para disfrutar sanamente entre panas.

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Así lo estima Miguel Mayorga, amigo de Marie, quien a sus 19 años se considera todo un fanático de esta actividad. Él también era un asiduo visitante del Bolocentro, y recuerda que cuando San Marino abrió la nueva sala de bolos  no le daba pereza acudir todos los días durante las dos primeras semanas, a pesar de que vive en el extremo sur de la ciudad.

Ahora suele asistir dos veces a la semana, generalmente con su pana Jomarc Chang, quien también es parte de este grupo que juega y conversa  en un ambiente marcado por el sonido de las pesadas bolas rodando sobre las pistas, el estruendo de los pinos de madera que se desploman por el impacto y las voces de Britney Spears y Madonna que se desbaratan bailando y cantando a dúo –para divertir a las asistentes– en una docena de monitores salpicados en el amplio salón.

Son las 18h02 y Miguel se prepara para hacer su lanzamiento. Sus amigos lo observan y lo alientan desde cerca para que él lo haga lo mejor posible. ¡Chuza! Con esta jugada se pone a la cabeza en la puntuación en la segunda línea  (en cada línea los  pinos son ubicados 10 veces por la máquina, para que el jugador intente tumbarlos en dos lanzadas).

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Jomarc no quiere perder el juego (porque le tocaría pagar la cuenta, que entre los 4 puede ser de $ 20) y también hace su chuza. “Lo más importante es lanzar la bola para que vaya por el centro de la pista, con fuerza y colocación”, expresa Jomarc sobre esta técnica que debe ser desarrollada, según dice, en la muñeca.

También hay jugadores que tienen un estilo más complicado, lanzan la bola hacia un lado de la pista con un efecto que hace que la bola golpee los pinos por el centro. La conversación resulta una novedad para Mirna Eskandar, de 21 años, la cuarta integrante de este grupo. Aunque es la primera vez que ella viene a los bolos, su actuación ha sido muy decorosa porque no ha lanzado la bola por el carril (cuando la bola se va por el extremo y no golpea a ninguno de los pinos).

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Tampoco ha cruzado la línea de fault ni se ha lastimado la mano con las bolas pesadas.
Como buena estudiante de la Escuela de los Chefs, la alegre Mirna bien podría decir que esto de los bolos es tan fácil como cocinar un chuzo. Pero claro que pasará algún tiempo antes de que, al igual que el resto de sus amigos, comience a preparar y disfrutar de sus propias chuzas.

DETALLE DEL JUEGO
1.- Los juegos se dividen en líneas, cada una tiene 10 sets de pinos. El jugador puede tumbar los 10 pinos en dos tiros, y si lo hace en el primero es una chuza. Si lo logra en dos, media chuza o speare.

2.- En la pista hay que usar calzado especial (que cuesta entre $ 40 y $ 200) para proteger el piso de madera. El zapato  derecho posee una  suela de caucho  para frenar la corrida del jugador y el izquierdo tiene  un material más deslizante.

3.- La bola puede costar de $ 80 a $ 300. Muchos prefieren usar guantes para evitar callos.

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