Se lo recuerda hoy por cumplirse el primer centenario de su nacimiento, que ocurrió en Chone el 29 de julio de 1902. Castro no solo destacó como novelista, sino que brilló durante los primeros años de su carrera literaria en el cultivo de la poesía.

Después lo hizo en el cuento e incluso abordó temas de análisis económico, estos últimos gracias a sus estudios superiores de estadística y producción de alimentos, y por ser un acreditado funcionario de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación) en Italia y España.

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Estudió en el colegio Juan Montalvo y en 1916 colaboró con el diario El Iris, que se editaba en su natal ciudad. Pasó a Quito al Instituto Mejía, donde se graduó de bachiller; luego a la Universidad de Guayaquil. Alcanzó especializaciones en centros superiores de Carolina del Norte (Estados Unidos) y en Roma (Italia).

Como funcionario público recorrió Portoviejo, Guayaquil, Quito, Washington, Michigan y Roma.

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Actuó como director ejecutivo del primer censo ecuatoriano, contador general del Banco Hipotecario (Banco de Fomento) y gerente general del Banco de Préstamos, sucursal mayor en Guayaquil.

Entre las obras que legó para la bibliografía nacional constan Llamarada y Oro blanco (poesía), Una de tantas (novela corta), La mula ciega (novela mayor, primera edición en 1942) y varios cuentos.

De sus matrimonios con Lida Aray y Dídima Mendoza Moreira procreó numerosa familia. Murió en Washington, en junio de 1992, y recibió sepultura en Portoviejo.