Con ocasión de la Navidad y la despedida del año, se intensificaron las reuniones familiares, de amigos y colaboradores. Posadas, novenas, cenas y uno que otro brindis. Y, por supuesto, sucede lo que tiene que suceder cuando la gente se reúne tanto: todos nos enfermamos.

Lo cierto es que muchos terminamos y otros abrimos el año contagiados de virus respiratorios, gripe, influenza y el ya no tan temido covid, que sigue dando vueltas. Los hospitales, con pacientes en terapia respiratoria, agravados por el olor de la pólvora y la quema de los monigotes.

La gripe es un virus, dicen los doctores. Como todo virus, responde a un proceso. Los primeros días parecen eternos, sin esperanza. Se parte la cabeza, el cuerpo desfallece ante sus síntomas. Pero a partir de que el virus se debilita, efecto del paso del tiempo y las medicinas, todo comienza a volver a la normalidad. Usted vuelve a respirar, a dormir, y finalmente, a trabajar con normalidad.

¿Le suena familiar esta estampa, estimado lector?

Asimismo los días que estamos viviendo parecieran estar infectados de un virus muy potente. La violencia, la corrupción y el desgobierno son males que han tenido un largo proceso, durante el cual han ido infectando a nuestra patria y se han enquistado, incluso, en algunos círculos íntimos del poder.

Y ello no ocurrió de la noche a la mañana; tuvieron su proceso. Llegaron agazapados; tal vez no los vimos venir. O no quisimos verlos. Pero lo cierto es que ha sido un caminar plagado de desaciertos el que nos condujo a la situación en la que nos encontramos. Un callejón que parece sin salida. Tal como los primeros días de la gripe.

Y así como cuando usted está enfermo y aparecen las típicas tías sabihondas, las vecinas metiches, los que no hacen pero tampoco dejan hacer su trabajo al doctor y le discuten todo, recomiendan jarabes caseros, terapias y mil y un prácticas, dizque comprobadas para curarse, asimismo aparecen ahora quienes, ante cualquier gestión de este y de cualquier gobierno, solo generan confusión y más angustia en la ciudadanía.

El gobierno de Daniel Noboa, hayamos o no votado por él, tiene menos de dos meses en el poder, de los cuales casi quince días han sido copados por tareas administrativas de posesión, feriados y fiestas.

¿En serio alguien cree que en 30 días se pueden remediar varios años de descalabro? ¿O será que, producto de la desesperación, nos creemos con derecho a pedir soluciones de ciencia ficción?

Debemos estar vigilantes, por supuesto. Exigir nuestros derechos como ciudadanos, por supuesto. Denunciar lo que no es correcto ni legal, por supuesto. Pero no caigamos en el juego de generar más caos, más incertidumbre, de propagar rumores falsos, de apoyar la desinformación y el desprestigio.

La situación del país, al igual que la gripe, necesita tiempo y acciones concretas para solucionarse. Estaremos atentos a que el Gobierno tome las medidas correctas que necesitamos; pero mientras eso suceda, seamos parte de la solución, aportando positivamente cada uno desde nuestro propio espacio y capacidades. (O)