Esa era una poderosa frase de la canción de la candidatura presidencial de Álvaro Noboa, que lo acompañó en sus cinco intentos por llegar al Palacio de Carondelet.

¿Por qué Daniel Noboa ganó con la pregunta de la extradición y Guillermo Lasso la perdió en la consulta popular anterior?

Digo poderosa, porque tiene un importante mensaje: aquí llega un presidente que se pondrá al frente del país y lo liderará hacia mejores días. Y es importante, porque a lo largo de su historia el Ecuador ha votado por un líder; un Leónidas en Termópilas. Me refiero a un ciudadano superior, que se encargue de los grandes problemas del país, proteja a los desvalidos, y traiga mejores días para el pueblo.

Con otras palabras y dinámica, de eso se han tratado las campañas electorales de los candidatos presidenciales en el Ecuador, al menos, en los últimos 45 años. De proyectar al salvador de la patria; a una suerte de superhombre, capaz de lidiar con todos los monstruos que le quitan la paz a esta maravillosa tierra de Dios, y derrotarlos.

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Y si hay algo que no se le puede criticar a Daniel Noboa es del liderazgo que ostenta y ejerce desde la primera magistratura del país. No cabe duda que Noboa está al frente.

Desde el complejo tema de la seguridad, pasando por la crisis energética, o el impase diplomático con México, hasta la crisis electoral de Barcelona S.C., el presidente está al frente de todo. Y le pone el pecho a las balas sin temor.

Ahora le toca al presidente cumplir con ese voto de confianza y profundizar la lucha contra la inseguridad...

Por esa misma dinámica que asumió en primera persona el liderazgo de la consulta popular que se acaba de votar el pasado domingo. A sabiendas de que era una prueba de fuego de su popularidad y que una derrota volvería de mero trámite el resto de su Gobierno, pues, lo alejaría drásticamente de una reelección en las elecciones de 2025.

De modo que, por más esfuerzos que hagan tirios y troyanos, unos de subirse a la camioneta del sí y otros, esos sí trasnochados, de reclamar una supuesta victoria del no, los resultados de la consulta popular, sin lugar a dudas, representan un voto de confianza a la gestión del presidente Noboa, en los temas aprobados de forma mayoritaria.

El camino por delante

Las dos preguntas rechazadas tienen una explicación diferente. En el caso del trabajo por horas, sin duda, es un voto contra la precarización y explotación laboral que persiste en gran parte del país, y que tuvo su punto más alto a finales de la década de 1990, con las tristemente recordadas tercerizadoras, que fueron el vehículo utilizado para eludir responsabilidades laborales patronales. No es un voto contra Noboa, sino de desconfianza contra el empresariado.

Y en el caso del arbitraje internacional, pienso que hubo una mezcla de nacionalismo mal entendido y falta de información de la trascendencia e importancia de su aprobación. Tampoco fue un voto castigo contra Noboa.

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Ahora le toca al presidente cumplir con ese voto de confianza y profundizar la lucha contra la inseguridad, no solo porque es su obligación, sino, además, porque esa es la llave que le abrirá de par en par las puertas de una reelección.

Desde esta columna aplaudimos la voluntad del soberano expresada en las urnas. (O)