El Tribunal Contencioso Electoral (TCE) emitió sentencia en la que determinó que los binomios presidenciales deben cumplir paridad entre hombres y mujeres. Es decir, por obligación los movimientos y partidos políticos deben promover la participación de mujeres.

La obligación nace de una marginación previa, una exclusión cultural.

Este no es un fenómeno propio de Ecuador, el artículo de ONU Mujeres “Hechos y cifras: liderazgo y participación política de las mujeres” muestra que al 1 de enero de 2023 hay 31 países donde mujeres se desempeñan como jefas de Estado y/o de Gobierno, y al ritmo actual, la igualdad de género en las más altas esferas de decisión no se logrará por otros 130 años.

Binomios presidenciales estarán conformados por un hombre y una mujer

Hay diversas perspectivas para abordar esta discusión. Yo quiero enfocarme en el liderazgo femenino.

Ciertos estudios establecen diferencias entre la manera de dirigir de los hombres y las mujeres, que, simplificando, estarían condicionadas históricamente por la formación del hombre como macho cazador que somete y la mujer madre, agricultora, protectora de los niños y la cueva.

Eso ha conducido a identificar ciertos rasgos del liderazgo masculino en política: enfoque en resultados, autoridad y control, competencia, rivalidad e independencia. Y también, características del liderazgo femenino: enfoque en la colaboración, comunicación asertiva, énfasis en cuestiones sociales, resiliencia y empatía.

Mi idea aquí no es polarizar estilos de liderazgo, sino entender que el liderazgo responde a los tiempos que se viven...

Mi idea aquí no es polarizar estilos de liderazgo, sino entender que el liderazgo responde a los tiempos que se viven, y hoy abordamos un cambio de paradigma que nos invita a cuestionar los modelos de dirección desarrollados en los últimos 200 años, tal vez pensando en un estilo más integrador, inclusivo y humano. No se trata de tener hombres o mujeres como líderes, sino de cómo hombres y mujeres pueden desarrollar un tipo de liderazgo que combine y pondere el estilo de liderazgo masculino y femenino.

Humberto Maturana, en su último libro publicado antes de morir (La revolución reflexiva, 2021), plantea que antes de este presente competitivo existieron en la antigua Europa comunidades matrízticas, las cuales no tenían la idea de competir como un valor central en su cultura. Como no necesitaban sentirse superiores a sus semejantes, su modo de vida se basaba en la colaboración. Sugiere que es imprescindible, como sociedad, pasar de la era de la competencia a la era de la colaboración, donde en lugar de negar al otro se le legitima para poder construir juntos algo valioso. Por eso habla del fin del liderazgo y el inicio de la era de la coinspiración y la colaboración. En política destaca la ridiculez y lo perjudicial que resulta para los ciudadanos el iniciar un proceso con un bando proclamándose deliberadamente como oposición.

La invitación es a cuestionar los discursos de nuestros candidatos y líderes, a abrir nuevas conversaciones sobre lo que necesitamos como sociedad.

Hoy percibo la necesidad de fortalecer un enfoque de liderazgo femenino, y claro, las mujeres deberían tener cierta ventaja. (O)