Era el martes 9 de enero, en la pantalla de TC Televisión se transmitía cómo un grupo de criminales fuertemente armados invadía el canal y sometía a trabajadores del medio de comunicación en vivo y en directo. Sonidos de disparos, gente aterrorizada, golpes, caos y la imagen de un periodista con un taco de dinamita en la solapa y un arma apuntándole en la cabeza, marcaban un punto de inflexión ante la incontrolable situación de miedo, inseguridad y violencia que vivía el país.

Ese mismo día el presidente Daniel Noboa firmó un decreto ejecutivo declarando conflicto armado interno e identificando a los grupos del crimen organizado como organizaciones terroristas y actores no estatales beligerantes.

La tarea de mostrar lo positivo de Ecuador

Estos grupos reaccionaron, se tomaron las cárceles con sus guardias y administrativos como rehenes, mandaron mensajes desafiantes, quemaron autos y desataron balaceras en las calles asesinando a civiles inocentes. Era una declaración de guerra, una muestra de fuerzas ante un conflicto que ya estaba presente, implícito en la extorsión, asaltos, sicariatos, asesinatos y secuestros.

El 10 de enero (10e) amanecíamos en guerra contra el terrorismo, una guerra para recuperar la paz, la libertad y la esperanza. Una guerra que permita que los niños y jóvenes no abandonen las escuelas para ingresar a las pandillas, para que las familias y comerciantes no tengan que pagar una cuota por protección, para que las personas puedan salir sin temor a la calle.

Lo que no debe quebrarse

Desde ese día las Fuerzas Armadas y Policía han trabajado unidas y hasta ahora han realizado más de 4.000 operativos con cerca de 3.000 detenidos, 88 operaciones contra grupos terroristas, 35 mil kilos de droga incautada y 200 guías y personal administrativo de cárceles liberados.

En medio de esta tensión y aparente triunfalismo, hay que entender que este no es un conflicto fácil y no se va a solucionar luego de dos meses de estado de excepción, es una batalla larga, que solo puede resolverse si la combatimos juntos, desde distintos frentes, pero unidos. Sin oportunismos políticos, con una mirada en el Ecuador del futuro.

En las redes se ha hecho fuerte una campaña que promueve #DefiendeTuBandera, y yo hoy quiero pensar en cómo podemos ser parte de este proceso, cómo podemos defender nuestra bandera. Se me ocurren acciones como apoyar y colaborar con las Fuerzas Armadas y Policía; mantenerse informado por medios oficiales y evitar difundir y socializar noticias falsas o sensacionalistas, fomentar la colaboración entre vecinos y comunidades para mantener un ambiente seguro, estableciendo redes de apoyo y comunicación para informar sobre actividades sospechosas; promover en la familia la empatía, el respeto y una educación para la cultura de la legalidad en niños y jóvenes; abrir espacios de reconciliación, oportunidades y esperanza, porque esta guerra no se trata solo de vencer a organizaciones criminales, se trata también de intentar recuperar a los que entraron ahí.

¿De qué manera defendería usted nuestra bandera? (O)