Sentado entre amigos pregunté qué opinaban sobre La Posta, la mesa al instante se dividió, unos la criticaron con dureza, otros la defendieron, pero ninguno tenía una opinión neutra: o los amas o los odias. Sin embargo, todos coincidieron en que era un referente de información política actual. Para comprender mejor su proyecto periodístico, aproveché un viaje a Quito y fui a conocer sus oficinas y a su gente.

Voy subiendo en un ascensor hasta el piso 7. La Posta, como plataforma digital, nació en el año 2017, operando desde una pequeña oficina, de la mano de los periodistas Luis Eduardo Vivanco, Andersson Boscán y Jenny navarro. Han pasado los años, el equipo ha crecido considerablemente y sus oficinas también. Hoy tienen dos pisos en un edificio.

Me bajo del ascensor, y lo primero que veo es un gran dibujo en el que conviven las caricaturas de personajes de la política nacional. Es una primera impresión que desde ya marca el tono de esta propuesta.

Una vez adentro, esta idea empieza a reforzarse, cada espacio está pensado y diseñado. Unas letras en la muralla decretan: “Somos las noticias pero más sexys”. Más allá veo funcionar a un grupo periodístico en el que nadie parece pasar de los 40 años. Se siente una “vibra” muy positiva, con mucha energía. En otro espacio está el estudio con un set móvil que permite ambientar los distintos programas que producen.

Vuelvo al ascensor y voy al otro piso. La bajada vuelve a ser una sorpresa. En el lobby han colgado del techo unas sillas y mesas, simulando un espacio de entrevistas, abajo un texto dice: Poniendo a la política de cabeza desde 2017.

Este espíritu lúdico se mantiene en todo el interior, representado con detalles y cuadros simbólicos alusivos a la política nacional. En el baño hay un gran cartel con la foto de Jaime Nebot y su famosa frase “Ven para…”. Llego hasta una sala habilitada como comedor y me esperan Luis Eduardo Vivanco, Jenny Navarro (coordinadora general), Javier Montenegro (editor general) y Jorge Romero (gerente general). Con un cebiche y un vino, me fueron contando la historia y la proyección del proyecto.

Quedé muy impresionado por la pasión, sencillez y coherencia de la propuesta, por el orden en su crecimiento y la capacidad de explorar, entrar y salir de distintos formatos y estructuras. Han puesto de cabeza, como dicen, la forma de hablar de política. Desde una sólida experiencia periodística, sin disfraces, asumiendo sus agendas, conectándose con un nuevo tipo de lenguaje, adaptando sus contenidos con pertinencia y creatividad en las distintas plataformas digitales.

Han tenido grandes y osados aciertos de investigación y también caídas. Pero ahí están, ampliando sus propuestas de servicios hacia la consultoría y con un proyecto para exportar el modelo a otros países.

La Posta rompe los paradigmas de lo que uno esperaría del periodismo y los periodistas, tal vez, en lugar de romperlos, los surfea. Muta, cambia, innova, no necesariamente con una estrategia explícita, sino con un libre fluir a través de la intuición, entre los formatos y las formas, adaptándose a los nuevos medios y nuevos espectadores. (O)