Daniel Noboa Azín ha demostrado, aun sin asumir el poder, inteligencia, madurez y pragmatismo; cualidades indispensables para cualquier gobernante que pretenda cumplir sus promesas con el pueblo, y trascender en el poder, mas allá de ser parte de una estadística.

En primer lugar, y ya lo ha dicho, tiene claro que su agenda la marcará él y no los genios de Twitter, y menos los odiadores y amargados, a quienes nada les calza y que se deben a oscuros intereses, empeñados en el fracaso del Gobierno entrante.

En segundo lugar, tiene claro que el pueblo lo eligió a él; el pueblo en las calles y no los trolls de las redes sociales, que se toman el nombre del pueblo, para dar alguna legitimidad a sus alaridos.

Y, por lo tanto, que el pueblo espera de él, y de nadie más, los resultados tan anhelados en materia de seguridad, generación de trabajo, salud y educación, por citar los más urgentes, dado el estado calamitoso en que recibe el país.

En tercer lugar, está demostrando pragmatismo para conseguir los objetivos trazados en la conducción del país. Es por ese motivo que, finalmente, perseveró, con la firmeza que demanda el país, en buscar una amplia e inédita mayoría en la Asamblea Nacional, que viabilice la tan necesitada gobernabilidad, sin la cual se-

rá difícil levantar el país de las cenizas. Perseveró, a pesar de la campaña orquestada para evitarlo, preocupados de que, dos años más tarde, el país asista a lo que pudo hacerse y no se hizo.

Hoy Noboa, aun sin empezar su gobierno, ya cuenta con una aplastante mayoría legislativa que, con seguridad, viabilizará sus urgentes proyectos de reforma tributaria para la tan necesaria reactivación económica. Y sin tener que mendigar votos, de uno en uno, Ley por Ley, o tener que sucumbir ante chantajistas a los que poco les importa el Ecuador.

Tengo la impresión de que asistimos a un verdadero cambio de la política ecuatoriana; en el estilo de ejercer el poder y en la manera de comunicarse con la ciudadanía.

Veo a un presidente que habla poco, pero cuando lo hace se muestra muy seguro de sus decisiones.

Veo un gabinete predominantemente joven, y eventualmente inexperto; sin embargo, ello no es una receta para el fracaso; todo lo contrario, es muy probable que, sin las mañas y estigmas de otros viejos zorros de la política, que pululan de gobierno en gobierno, esta nueva camada de políticos, finalmente, le cambien el rostro deforme que tiene el servicio público ante los ojos de la mayoría de ecuatorianos. Yo les concedo el beneficio de la duda y hago votos porque les vaya muy bien.

A partir de este jueves veremos finalmente si todas estas expectativas se cristalizan o si el Ecuador está condenado a ir de tumbo en tumbo, de fracaso en fracaso, en la búsqueda de gobernantes capaces, humanos, responsables y eficientes, que resuelvan los más angustiantes problemas de sus ciudadanos.

Desde esta columna felicitamos al presidente Noboa por lo conseguido hasta ahora y le auguramos éxito en su delicada función. Su éxito será el de todo un país. (O)