La llegada de Daniel Noboa a la Presidencia de la República representa una suerte de nuevo orden en la política ecuatoriana.

Ya desde su irrupción en la campaña electoral (que tuvo como punto de inflexión el debate de la primera vuelta), con una propuesta alineada con la visión de las nuevas generaciones, que ya son mayoría en el padrón electoral, hasta sus primeras acciones en el poder, pragmáticas y concretas, Noboa representa un punto de no retorno en la forma de hacer política y gobernar.

La gran mayoría de ecuatorianos, y sobre todo los más jóvenes, están cansados de los gritos, del odio, de la polarización, de la estigmatización, de la persecución y de las verdades absolutas.

Golpe de timón

Están hartos de escuchar a cuatro gallos (sin experiencia alguna en la función pública) decirle al país el camino que hay que seguir para resolver sus problemas; quién es bueno y quién es malo; quién es honesto y quién es corrupto; qué es verdad y qué es mentira. Sobre todo, luego de ser cómplices entusiastas de quienes han destruido el país y alejado más la esperanza de un Ecuador de bienestar y progreso.

Están hartos del bla-bla-bla. Quieren soluciones, quieren acciones. Menos gritos y más resultados.

Y a Daniel Noboa, por pertenecer a esa generación, le resulta natural conectar con esa visión de la función pública y del país.

Por ello, avanzó en consolidar una mayoría en la Asamblea Nacional, con casi todas las fuerzas políticas en ella representadas, que le permita la gobernabilidad que en este cortísimo periodo de gobierno requiere, sin escuchar a los gritones de Twitter (ahora X) vaticinar el apocalipsis, que como ya vimos, no llegó.

Desafíos político-judiciales en seguridad

Pacto de silencio

Por ello, cortó de raíz la amenaza de la vicepresidenta, cuyas acciones recientes solo confirman el acierto de la decisión.

Por ello, ha designado un gabinete con un balance de juventud y experiencia, dejando de lado los nombres de siempre y las recomendaciones de los opinólogos y lobistas disfrazados de prensa. También vemos a una joven y valiosa Valentina Centeno liderando el bloque oficial en la Asamblea Nacional, viva muestra de que la juventud solo necesita oportunidades para brillar.

Por ello, designó a su embajador en Naciones Unidas, a pesar de las advertencias de que el mundo entraría en guerra si no dejaba al anterior. Y vemos que aún sale el sol en la Tierra.

Por ello, hemos visto al secretario de Comunicación en una entrevista de altura en La Posta, sin estigmatizaciones ni censuras.

Por ello, hemos visto al presidente de la República y al presidente de la Asamblea Nacional junto al alcalde de Quito montarse por primera vez en el metro, demostrando que cuando se trata de servir al pueblo no hay colores ni camisetas ni partidos.

En definitiva, hoy respiramos un nuevo Ecuador.

Los jóvenes llegaron para quedarse y siento que ya no hay marcha atrás, más allá del éxito o fracaso del Gobierno, que está aún por verse.

Malas noticias para las vacas sagradas del odio publicado. El poder ya nos les para bola y pronto se quedarán sin mecenas. (O)