El pasado domingo tuvo lugar el tan esperado debate entre los candidatos a la Presidencia de la República, Daniel Noboa y Luisa González, que pasaron a la segunda vuelta electoral.

En primer lugar, quiero felicitar a Ruth Del Salto por su impecable desempeño como moderadora.

Y por ello, le ha ocurrido lo que le suele ocurrir a la prensa seria e independiente: que los de la izquierda la acusan de derechista y los de la derecha la acusan de izquierdista. Que los hinchas de Barcelona la acusan de emelecista y los de Emelec, de barcelonista. Y así puedo seguir. Porque la gente embebida en el fanatismo (y soberbia que esta genera) generalmente ve en el equilibrado a un enemigo (haciendo honor a esa malhadada frase tan propia del Ecuador de nuestros días, de que “o estás conmigo o estás en mi contra”).

Debates escolares

Con seguridad, muchos anticorreístas pretendían que Ruth se convierta en una suerte de aliada tramposa de Noboa en el debate. Que lance por la borda su prestigio profesional y sus convicciones éticas y democráticas y tome partido contra doña Luisa, como ocurre con ciertos entrevistadores de televisión que no ocultan su agenda en favor de ciertos políticos y en contra de otros. Es posible que con ello hubiere sido acreedora a ser elevada a la categoría de heroína de la democracia en los chats de WhatsApp de nuestras élites. Como si Noboa no tuviese (y sí que la tiene) la capacidad de afrontar el debate en igualdad de condiciones.

Por el lado correísta, Ruth no es nada parecido a la clase de moderadores que ellos hubieren preferido; como un Carlos Ochoa, por ejemplo. Y su lucha por la defensa de la libertad de expresión en tiempos aciagos, a puro periodismo, es una mala referencia para ellos, sin lugar a dudas.

Para votar el 15

Por esta razón es que al final del debate, ante la insatisfacción por la participación de su candidato, por parte de sus barras bravas de Twitter y WhatsApp, no tuvieron nada mejor que hacer que echarle el muerto a doña Ruth.

El Ecuador necesita paz... también para que podamos comunicarnos, relacionarnos y convivir sin odio...

Es que querían “sangre”, querían insultos, estigmatización, que por un lado juren que jamás hablarían con Correa, y por otro que recurran a las frases clichés de la rancia oligarquía, de las élites, del continuismo, etc.

Querían todo eso de lo que el Ecuador está ya cansado. De esa conflictividad y polarización que nos han convertido en una suerte de nación enfurecida.

Por ese motivo, más allá de lo que pudo hacer mejor uno u otro candidato, en esta columna aplaudimos el esfuerzo de lado y lado por intentar llevar adelante un debate respetuoso, de ideas, de programas y de propuestas. De mirar hacia adelante para intentar recomponer este Ecuador que ya no aguanta más.

El Ecuador necesita paz. Y no solamente la necesaria para que podamos salir a la calle sin temor a morir a manos de la delincuencia que tiene tomado el país, más allá de los tardíos y aislados esfuerzos estatales, sino también para que podamos comunicarnos, relacionarnos y convivir sin odio, sin rencores, sin estigmas, sin prejuicios y sin desprecio. (O)