La naturaleza tiene sus grandes leyes, no son muchas, pero sí son claras y sobre todo justas. Estas leyes se aplican a todo el mundo natural, es decir, desde los planetas y las estrellas, hasta los microorganismos y las células. Un ejemplo es la ley de los ciclos, aquella que rige los tiempos de la naturaleza.

Al hablar de ciclos naturales pensamos en las estaciones: primavera, verano, otoño e invierno. Sin embargo, esta misma ley dicta el día final de una bacteria, al igual que el día final del sol, la hora del amanecer y el momento de brotar de una semilla. Pero, si volvemos a pensar en las estaciones y los cambios que estos ciclos marcan, notamos que para algunas regiones estos cambios son notorios y bruscos, mientras que en otras son casi imperceptibles. Algunos aman el verano, otros aman el invierno, para unos llueve mucho, y a otros los agobia la sequía. En general, el clima es algo de lo que siempre hablaremos y muchos nos quejaremos. Sin embargo, nos guste o no, cada periodo tiene su momento y responde a esta ley natural.

Cada uno y cada cosa tiene su momento y ciclo. De acuerdo con esta ley todo se renueva, todo se restablece.

A ciertos fenómenos, como, por ejemplo, el eclosionar de las tortugas o el reverdecer de un árbol se le pueden atribuir factores físicos como el agua, la temperatura, etcétera. Sin embargo, hay eventos que suceden a tiempos ‘peculiares’ para los cuales aún no se haya explicación científica. Un ejemplo de este caso es el nacimiento de las cigarras. Las cigarras comienzan su vida como huevos. Las madres ponen de 200 a 400 huevos en agujeros que hacen en las ramas de los árboles y arbustos. Al cabo de seis a diez semanas las crías de cigarra –ninfas– salen de los huevos y caen al suelo. Luego, cavan bajo tierra y se adhieren a las raíces de los árboles. Aquí no termina lo interesante. Las cigarras juveniles van a permanecer bajo el suelo y creciendo por varios años, y solo saldrán a la luz del sol al año número siete, o trece o diecisiete de su nacimiento. Los matemáticos habrán notado que son números primos, y así es, las cigarras emergen de su vida subterránea, todas a la vez, durante un año primo. Investigadores han esperado hasta diecisiete años para verlas emerger. Y a pesar de que existen teorías, no se sabe con exactitud por qué lo hacen de esta manera. Pero son estos misterios sin resolver los que hacen tan interesante los estudios biológicos.

Siguiendo sus ciclos naturales llegan en esta época a nuestras aguas las ballenas jorobadas y las mantas gigantes. Las ballenas llegan dejando atrás su ciclo de alimentación para empezar su ciclo de reproducción, por eso podemos observar machos haciendo saltos y piruetas para encontrar pareja, y si nos sumergimos bajo el agua podemos escuchar su canto. Aún nos falta mucho por aprender de los ciclos de las mantas gigantes, pero es posible observarlas en nuestras aguas alimentándose y disfrutando de un día de spa en las estaciones de limpieza.

Cada uno y cada cosa tiene su momento y ciclo. De acuerdo con esta ley todo se renueva, todo se restablece. Es por esto que los anocheceres no son eternos, ni lo serán, por más que así lo parezca. Asimismo, cuando algo en nuestra vida llega a su fin, nos indica que cumplió su tiempo y ahora se avecinan nuevos comienzos. (O)