El pasado domingo el pueblo argentino votó masivamente para elegir nuevas autoridades, entre ellas, al binomio presidencial que gobernará los próximos cuatro años.

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Al final de la jornada, los resultados oficiales han determinado que habrá balotaje entre el candidato oficialista (por más distancia del actual Gobierno que pretenda amagar) Sergio Massa y Javier Milei, el polémico candidato libertario, dejando fuera de carrera a Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio, el movimiento tradicionalmente opositor del kirchnerismo, que llegó al poder con Mauricio Macri hace algunos años.

Que Massa haya alcanzado el primer lugar, con más del 5 % de ventaja sobre Javier Milei ha sido una sorpresa, pues semanas antes de la elección se daba por descontado el triunfo de Milei, tal como ocurrió en las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias).

El camino que debe seguir Milei para conquistar a este electorado que no quiere votar al kirchnerismo no será sencillo.

Argentina vive probablemente la peor crisis de su historia. Las devaluaciones permanentes de su moneda han disparado el tipo de cambio del dólar a niveles insospechados, con la dramática pérdida del poder adquisitivo de sus ciudadanos; sumado a ello, lo que siempre trae consigo una crisis económica: delincuencia, desempleo y desinversión.

Y la gestión del actual Gobierno es catalogada, sin ambages, como desastrosa. Tanto así que en un país con fuertes raíces sindicales en el que el peronismo está instalado en el subconsciente de las masas, un discurso irruptivo y radical de extrema derecha ha calado con tal profundidad que está a una elección de llegar al poder.

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Porque si vemos la votación de manera más amplia, es muy razonable pensar que la mayoría de los votos de Juntos por el Cambio deberían migrar a Milei, con lo que cómodamente ganaría el balotaje. Al fin y al cabo, ambos, una más formal y mesurada y el otro con efusividad y vehemencia radical, quieren mejores días para su pueblo, para lo cual es indispensable sacar del poder al kirchnerismo, que tanto daño ha causado al país.

El camino que debe seguir Milei para conquistar a este electorado que no quiere votar al kirchnerismo no será sencillo. Para comenzar deberá tragarse todos los adjetivos lanzados contra la candidata de Juntos por el Cambio y algunos de sus dirigentes y candidatos, y pedir su apoyo.

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También, deberá moderar su discurso radical, que, si bien es cierto, le ha servido para llegar a estas instancias finales, sin duda causa temor en gran parte del electorado.

Algo similar ocurrió en Ecuador en la primera vuelta del 2006, cuando el outsider Rafael Correa, quien venía subiendo como la espuma en las encuestas, radicalizó su discurso de izquierda y comenzó a caer, lo que le costó perder la primera vuelta. Entonces, arrancó la segunda vuelta visitando al alcalde de Guayaquil, para agradecerle por lo que había hecho por su ciudad, y luego, al embajador de los Estados Unidos, para echarse un poco de perfume de derecha. El resto es historia.

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Es que nuestros pueblos le tienen temor al cambio porque les angustia perder lo poco que tienen; y es que siempre se puede estar peor. Ecuador y Argentina hoy son la viva prueba de ello. (O)