Apenas ocho kilómetros separan la concesión minera Mirador, ubicada en la provincia de Zamora Chinchipe y manejada por la empresa china Ecuacorriente, de la frontera norte con Perú. En este sector remoto, de alta pluviosidad y de una vegetación frondosa, se levantan el campamento minero de cobre, el tajo de mina, dos relaveras y la planta de beneficio, lo que ocupa al menos 1.400 hectáreas, de un total de 6.600 ha de concesión.

La mina Mirador abrió sus puertas este jueves y viernes a los medios de comunicación para mostrar las condiciones de las dos relaveras que existen en su concesión: Quimi (norte) y Tundayme (sur). La primera ya en proceso técnico de cierre, y la segunda que tiene varios años de vida útil y que se proyecta a ser una de las más altas del mundo.

La estructura y manejo de ambas relaveras han estado en el ojo público, luego de que organizaciones ambientalistas y de derechos humanos presentaran un estudio que señalaba —según reportaba la agencia EFE— que existiría un posible “riesgo de colapso y ruptura de las presas de relaves de la mina de cobre Mirador, la más grande de Ecuador”. En caso de producirse, sería un desastre ambiental comparable con lo ocurrido en Brumadinho (Brasil) en 2019. Estos grupos hablaron de que se produciría una ola de materiales tóxicos que arrasaría con lo que se encontrase a su paso durante varios kilómetros, incluidas varias comunidades indígenas.

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De acuerdo al estudio, los riesgos en estas relaveras tienen que ver con que están en una zona de alta precipitación, proximidad cercana al agua superficial, gran altura de la represa y grandes volúmenes de relaves.

Sin embargo, los técnicos de Mirador descartan categóricamente que pudiera suceder una catástrofe similar a la de Brasil. César Vásquez, gerente del Departamento de Gestión del Depósito de Relave en Mirador, explica que la relavera de Tundayme tiene “una metodología de construcción aguas abajo, y que el material que se utiliza para la construcción de los diques es polvo de roca estéril de la mina”. Esto es totalmente lo contrario a lo que sucedió en Brasil, en donde el método fue aguas arriba y el material para el dique era arena del propio relave.

En Mirador, el depósito de relaves -sistema de obras que permite la gestión de los residuos y del agua- recibe los residuos metalúrgicos obtenidos después de triturar la roca y extraer mineral. Estos llegan a través de un sistema de bandas. Desde un mirador se pueden ver las dos relaveras. La primera es Quimi, con 11 millones de metros cúbicos de capacidad y construida bajo el modelo de eje central, la cual, según Andrés Vásquez Ponce, subgerente del mismo departamento, ya se cerró en agosto del 2021 y entró hace dos semanas a un proceso técnico de cierre. Esto porque solo había sido concebida para recibir los desechos de prueba cuando se inició la operación, en 2019. Ahora ya solo tiene menos de un millón de metros cúbicos. “Las evidencias indican que está seca” asegura y explica que, aunque al ver la laguna se pudiera tener la idea de que es profunda, apenas tiene unos 60 cm.

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Zamora Chinchipe, cantón El Pangui: Relavera Quimi en la mina Mirador, que fue construida bajo el método de eje central y ya entró en su etapa de cierre técnico. Foto: Patricia Sandoval

Un poco más al sur también se puede apreciar la presa Tundayme, con 370 m³ de capacidad y que llegará a 260 metros de alto. Se trata de una megaobra construida en el valle por donde antes pasaba el río Tundayme. Aquí, de momento, se puede apreciar la laguna, así como la construcción del primer dique y las plataformas en las que se seguirán erigiendo, cada vez a más altura, los siguientes diques a través del método aguas abajo. El río fue desviado de su cauce (unos 500 m) para evitar que pudiera entrar en contacto con material contaminante y ahora pasa por un túnel por debajo de la montaña. De acuerdo con los técnicos, en la de Tundayme se utilizó como revestimiento una capa de arcilla, una de geotextil, luego una geomembrana y finalmente otra geotextil, para evitar filtraciones.

Además están las obras para drenaje (cinco pozos) y transporte del agua a piscinas de tratamiento, para luego recircular el agua a la planta de beneficio. Para monitorear lo que sucede en este sitio se cuenta con control geodésico, escáner láser y topógrafo. En toda la mina hay 700 cámaras de vigilancia y 45 de ellas están destinadas a las relaveras.

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Centro de monitoreo de la mina Mirador. Foto: Patricia Sandoval

Refiriéndose al caso de Tundayme, Vásquez Ponce asegura: “Sabemos lo importante que son las estructuras y queremos darles más estabilidad, más robustez”. En este sentido, asegura que para la construcción de ambas relaveras se han implementado normas internacionales. Se han ejecutado 55 contratos de ingeniería y de servicios. El costo de este proceso fue de $ 15 millones. Estos han incluido 7.000 metros de sondajes geotécincos, 8.000 ensayos de laboratorio en mecánica de suelos, así como 20 km de investigación geofísica.

También indica que se han hecho tres estudios sísmicos, y se ha determinado que todo Ecuador está en una zona sísmica, pero hay que recalcar que Tundayme y toda la región Oriental está en una zona de moderada actividad sísmica; el riesgo más alto es en la Costa.

Entre las empresas que han participado están KCB, como consultor principal, y para diseños y estudios la peruana Andes, Letis de EE. UU. y varios proveedores nacionales.

La relavera de Tundayme tiene posibilidad de crecer unos 60 metros más del límite actual de 260 metros, cuando se ponga en funcionamiento la etapa Mirador Norte. (I)

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