Por Jorge Barraza (jbarraza@uolsinectis.com.ar)
.- "Messi juega bien en el Barcelona, en la selección Argentina no". La frase pasó de una boca a la otra, se convirtió en latiguillo, luego en axioma y terminó por imponerse en verdad sacrosanta. En las mentes híbridas, sin opinión propia, entra y se instala. Y queda. Algo así como el "miente, miente, algo quedará". Quedó.

Por razones de horario, Argentina-Colombia terminaba a la medianoche hora local, muy tarde para el cierre de los diarios, esta columna se escribió antes del juego. No se trata de hacer periodismo de anticipación, pero no hay riesgo ninguno en abordar la cuestión previo al partido. En todo caso, el periodista se hace cargo: Messi siempre juega bien. Jugará bien frente a Colombia y en todos los partidos subsiguientes. Como declaró Alfio Basile, "a veces juega menos bien". Pero, mal, es imposible. ¿Qué tendría que pasarle a Lionel para desperdiciar tres situaciones de gol, para hacer 15 pases mal, para no poder gambetear a ningún marcador, para elegir equivocadamente las opciones de descarga, para que se le escape la pelota o para arruinar las jugadas creadas por sus compañeros.?

Es como afirmar que un gran concertista de piano "tocó mal". A lo sumo podrá tener una velada menos inspirada que otras. ¿Cómo haría Mario Vargas Llosa para escribir mal.? Acaso una mañana no lo visiten las musas, igual honrará la lengua castellana.

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Recordamos a Ricardo Bochini, el jugador más inteligente que este cronista haya visto jamás. Genio, clarividente, sabio. Queremos memorizar un partido malo suyo y no podemos. Estrujamos nuestro cerebro y nada. Aun en una tarde opaca, el Bocha era el mejor de los once de Independiente. Lo que era malo en él, en otro era más que aceptable.

Hay cierto nivel de futbolistas -Johan Cruyff, Pelé, Diego Maradona, Messi- que no pueden jugar mal. Ni deliberadamente. Por capacidad, por mentalidad, por entrega. Uno no dice "recuerdo una gran tarde de Pelé". Todas eran grandes.

La realidad indica que, efectivamente, con la selección argentina no ha conseguido el rendimiento ni los triunfos clamorosos conquistados con su club. También hay otros datos incontrastables: 1) Messi juega bien, la que juega mal es Argentina. 2) Messi ha sido campeón mundial juvenil con su selección (siendo goleador y mejor jugador del torneo), campeón olímpico, y ha marcado 18 goles en 54 partidos con la celeste y blanco. 3) Ha tenido preciosas actuaciones con Argentina, mismo en el Mundial pasado. Que haya gente que diga "Messi fue un fiasco en Sudáfrica", son cinco centavos aparte. Mentir no está penado por la ley; ver mal el fútbol, tampoco. Para varios medios argentinos, el sábado pasado, Messi y Lavezzi merecieron un 5 de calificación. Lavezzi hizo todo mal, Messi al revés. Contra eso no hay vacuna posible.

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Después del desteñido debut ante Bolivia en esta Copa América, la cadena TyC Sports emitió un minucioso compacto con todas las intervenciones del jugador rosarino: resultó que fueron positivas casi todas, encaró, dribleó, tocó al claro, fue preciso. Todo lo mejor de Argentina pasó por sus pies y por los de Sergio Kun Agüero. Pero, como ya está instituido, casi oficializado, brotó el consabido: "¿Y Lionel Messi.?"

Ocurre que millones de argentinos exigen que Messi termine, solo, con veinte años de sequía. Y él no puede hacer llover. Solo, no. El fútbol nunca fue tan colectivo como ahora. Un jugador, per se, poco puede hacer. En Barcelona se beneficia de un equipo que en sí mismo es una máquina de hacer fútbol, de compañeros que explotan sus virtudes. Pero no porque le den la pelota servida para que haga los goles. Al contrario: Messi hace los goles y además los fabrica, es el líder en la tabla de asistencias del campeonato español. Que Xavi e Iniesta, extraordinarios jugadores (sobre todo Xavi) lo ayudan a potenciarse, está clarísimo. Cristiano Ronaldo también se optimizaría con ellos. Y ni hablar Rooney. Pero que Messi juega por Xavi e Iniesta, no. Si al Barça le quitan a Messi, pasa a ser un buen equipo normal.

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Esto lo confiesa cotidianamente el propio Guardiola, el autor intelectual de esa epopeya estética que es el ballet azulgrana. Lejos de adjudicarse todo el mérito del juego de su equipo, le da a Lionel una porción sustancial: "Sin él no seríamos lo que somos, eso está claro", dice. Y amplía: "Es único e irrepetible. El mejor que he visto y tal vez el mejor que veré". Más que eso, pidió a los dirigentes del Barça que sepan cuidar a su joya para que siga iluminando al mundo del fútbol: "Hay que esperar que no se aburra. Cuando está mal es porque algo en su entorno no funciona. Entonces espero que el club sea inteligente para fichar jugadores adecuados que lo rodeen".

Pep da en el clavo: en Argentina no encuentra la asociación que sí halla en Barcelona. Lionel es ciento por ciento un jugador de equipo. Si no encuentra una comunidad apropiada, no rinde igual.

Messi tiene una contra en la selección argentina: no es demagogo. No besa la camiseta ni canta el himno, no vive declamando su amor por los colores, no es tribunero ni mediático. Está en la antípoda de Maradona y de Carlos Tévez. Y sabemos que siendo auténtico, todo cuesta más.

Es cierto: puede que Argentina no gane con Messi, pero sin Messi, ¿a quién le gana esta Argentina? Y si Messi juega mal, ¿por qué no lo sacan.?

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