Sanan de forma no tradicional

Ver a personas enfermas que habían sido tratadas con la medicina convencional que no se sanaban o que el mal reaparecía, fue lo que indujo a Luis Rivero a especializarse en homeopatía en Argentina.A esta rama alternativa de la medicina se ha dedicado durante 30 de sus 60 años de edad.Es sencillo y transmite tranquilidad cuando habla, lo hace pausado. Nos cuenta que antes de inclinarse por la homeopatía él ya había hecho medicina natural, acupuntura china y terapia celular con un médico. Asegura que descubrió que lo que aprendió en las aulas de la universidad, es decir el tratamiento de la parte física, estaba incompleto, que debía sumar el conocimiento relacionado con las energías y el campo psicológico.“No hay enfermedad que no tenga de trasfondo una situación emocional. Uno debe indagar todo lo que sucedió, si se siente triste, con miedos, irritable, uno entiende que a partir de qué. Siempre aparece con el tiempo. Las enfermedades son un problema psicosomático”, explica.Paredes de colores claros, cuadros y adornos relacionados con la naturaleza y la cultura china se destacan en su domicilio, en el km 1,5 de la avenida Samborondón, y en su consultorio que funciona en el norte de Guayaquil, que cuenta con habitaciones y equipos para el tratamiento homeopático.Él atiende a diario de 8 a 10 pacientes, cada cita tarda entre 45 minutos y una hora. “Uno siente satisfacción del deber cumplido y desde la raíz (emociones), quiere decir que uno está curando realmente, no dejando el problema para que se repita”, asegura.Una de las anécdotas que han marcado su trayectoria profesional es la de una niña que fue llevaba por su madre a una consulta con un linfoma de Hodgkin, que es un cáncer del sistema linfático y que fue sanada descubriendo la raíz emocional de abandono, que ocurrió luego del fallecimiento de la abuela de la pequeña.Destaca que sus conocimientos de homeopatía no solo han servido para ver sanos y felices a sus pacientes, pues él también los usó para sanar un problema de gastritis severa que tenía desde los 11 años de edad.Dice orgulloso que su pasión por la homeopatía la ha heredado una de sus hijas, Deidry, quien es pediatra especializada en homeopatía.Aparte de mantenerse actualizado en lo relacionado a homeopatía, al momento el interés del doctor está enfocado en especializarse en terapia celular. “Es lo que se viene entre 5 y 7 años, se podrá elaborar de su propia célula (del cuerpo) un órgano”, explica el médico. (I)Nació con pie equinovaro bilateral, es decir, una deformidad congénita que la obligó a usar zapatos con fierro durante su niñez y adolescencia, por eso no jugó mucho y se dedicó a la lectura. Fueron los libros que le permitieron conocer sobre la medicina holística, un método de sanación que busca ocuparse del cuerpo, la mente y el alma de la persona mediante terapias.Tatiana Orellana, de 34 años, estudió negocios, después medicina natural en el Instituto Misael Acosta. Tiene su propio sitio web donde da consultas on-line a sus pacientes. En su portal se destacan terapias de aromaterapia, que regenera la salud del paciente desde la parte olfativa.Explica que los aromas traen recuerdos, buenos o malos, y al ser percibidos generan una reacción en las emociones. “Reactivan las sensaciones y a la vez te puede sanar porque hay algunos que son específicos para eso. Por ejemplo, en una terapia, un paciente que fue violado con el aroma puede recordar la fragancia que llevaba la persona que lo violó”, indica.Tiene en la mano una esencia de menta, que es una de sus favoritas. “Actúa en los intestinos y ayuda si hay alguna lesión”, asegura.Habla que momentos duros de afección de su salud a lo largo de su vida le permitieron llegar a entender que “no existen límites sino autolímites”. Además del problema de los pies tuvo asma en su infancia, cuando estaba en la universidad se rodó de las escaleras y eso le provocó convulsión cerebral y estuvo en cama un tiempo, “como un vegetal”. A sus 22 años le detectaron un tumor, cuya raíz fue la pérdida de un familiar.Con la holística sanó su mente, emociones y cuerpo, por eso ahora comparte su experiencia para que otros puedan superar de la misma forma sus problemas. “A mí me crearon para ser feliz y ayudar a otros”.Para Tatiana, dedicarse a la holística además es reflejar a diario en su forma de vivir la tranquilidad, justicia y respeto a su cuerpo con una disciplina a la hora de alimentarse. “No se debe hablar de problemas ni de crisis a la hora de comer, para que alimente”, manifiesta. (I)Maneja con habilidad las agujas muy finas que se insertan en la piel, en varios lugares del cuerpo, como parte de la acupuntura, que es una ciencia milenaria oriental por la que vive apasionada desde hace 17 años.La doctora Elsie Chang Cruz de Tafur es descendiente de abuelos paterno y materno de China, comparte con dos de sus cinco hermanos el amor y una entrega a tiempo completo a la acupuntura.Destaca que una de las principales bondades de esta ciencia es que permite que el paciente sienta en el instante el alivio con el tratamiento. “Puede llegar con un dolor lumbar, viene cojeando y se va bien, sin dolor sin tomar medicina. Muchos lo buscan para evitar la ingesta de medicamentos, o si es que tienen alguna otra afección que les impide estar tomando analgésicos”, afirma.La doctora explica que el cuerpo está formado por canales de energías y que ahí existen puntos específicos donde se colocan las agujas, se tonifica o seda de acuerdo al tratamiento que el paciente necesita, según la enfermedad que tenga. “No tiene que ver nada con venas, ni arterias sino con energía. La acupuntura es un equilibrio energético”, acentúa.Los conocimientos sobre esta ciencia los aplica en la clínica San Francisco y en el km 2,5 de la avenida Samborondón, también en su consultorio particular, que está en un edificio ubicado frente al club deportivo Diana Quintana. El espacio funciona desde agosto del año pasado.Ella es médico cirujana, se graduó en la Universidad de Guayaquil en 1977 y su preparación empezó en 1999, cuando estudió diez módulos de acupuntura en la misma institución de educación superior. “Esos cursos fueron solo para médicos, fue teórico-práctico. En realidad había en el país personas que sabían acupuntura, pero habían estudiado fuera del país”, cuenta.Luego también se formó en varios países del mundo, el último estudio de acupuntura fue en la Harvard University, en Estados Unidos.Comenta que durante 40 años se dedicó a la medicina tradicional y en ese tiempo siempre mantuvo admiración por la acupuntura, así como la tenía su padre, quien también fue médico dedicado a la medicina oriental.Recuerda que en la época que ella empezó con la acupuntura se conocía en el país a pocas personas que manejaban esta ciencia con seriedad, según dice, porque deben utilizar agujas estériles descartables que brinden la seguridad y conocimiento del acupuntor para poder ser utilizadas. “Requiere de aprendizaje, no todas las personas ponen agujas en el punto de energía adecuado”, explica la doctora.A sus 64 años, dice que lo único a lo que desea seguir dedicándose es a la acupuntura. “Me encanta, me fascina”, expresa emocionada.Añade que todavía “es nueva” la ciencia y cada vez hay mayor cantidad de personas que la aceptan.Chang tiene cuatro hijos, dos son médicos, una es odontólogo y otra es veterinaria.(I)

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