La actriz Azucena Mora, la recordada Petita Pacheco de la serie televisiva Tal para cual, popular en la década de los noventa, es la abuela de Ayrton, Antony y Diana Dueñas Tenesaca, de 19, 18 y 8 años, hijos de su única hija, Ananí.

Con ellos comparte prácticamente todos los fines de semana, ya sea degustando una comida en la intimidad familiar o de los viajes a la playa y las salidas al parque o al cine.

Azucena, divorciada y servidora pública en el Ministerio de Cultura, asegura que el quinteto que forma con su hija y sus tres nietos es como un puño. Y lo explica: “Es unión, si uno falta ya no sería normal”.

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Ella vive en el suburbio y sus nietos, en el norte. De ahí que sostiene que al no vivir con ellos no ocupa el rol de madre. “La mamá cuida y educa; yo soy la abuela, yo mimo”, expresa risueña, y agrega que disfruta de prepararles comida a los hermanos. “Les gustan las chuletas”, dice orgullosa Azucena, y sostiene que los viernes ya los aloja en casa, en el preámbulo de un fin de semana juntos.

No fue raro que Azucena, ya pasada de la “barrera de los 60 (años)”, se haya puesto salvavidas el domingo pasado para pasear en bote con Ayrton, Antony, Diana y su hija Ananí, en el estero Salado. Ni que se la vea en el cine acompañando a sus nietos varones en la proyección de una película de terror.

“Ellos se sacrifican también cuando hay una película infantil que la bebé quiere ver; nos vamos todos”, dice con su característica jovialidad.

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Azucena es milagreña. En los años noventa, luego de las grabaciones, conducía a diario a su ciudad natal para acompañar a su hija embarazada. Ayrton era aún un bebé cuando Ananí vino a vivir a Guayaquil, al frente de donde habita su mamá. La actriz disfrutó de ver a sus dos nietos ir a la escuela.

“Abuelita, llévame a ver un año viejo que están haciendo”, repite Azucena, recordando la niñez de Ayrton, y asegura que manejó siguiendo las indicaciones del niño, que siguió, dice, la ruta del expreso escolar para llegar al monigote.

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Al evocar el día de la mudanza de sus nietos a Los Vergeles, Azucena solloza. “Se me fue el alma”, expresa, y relata que rompió en llanto cuando contestó la llamada de un colega actor. “Estoy llorando”, alcanzó a decir, y cerró la conexión.

“Vino enseguida, preocupado. Preguntó qué pasaba; le dije que mis nietos se habían ido a vivir a otro lado”, cuenta. Agrega que las palabras de reprimenda de su camarada, ya fallecido, fueron: “Eso nomás, me haces venir rápido”.

Ahora los varones son unos universitarios que, asegura Azucena, disfrutan de los paseos con su abuela. (I)

Disfrutamos mucho de los paseos, claro que ahora ya me dan las manos para subir y bajar, están pendientes del ‘cuidado se va a caer, abuelita’. Yo los acompañaré hasta que Dios me dé vida.Azucena Mora, abuela