Dormir lo suficiente es esencial para ayudar a una persona a mantener una salud y un bienestar óptimos. Es tan vital como el ejercicio regular y una dieta equilibrada. No obstante, los patrones de sueño tienden a cambiar a medida que se envejece.
La cantidad de sueño diario varía entre las personas. En todo caso se puede establecer un patrón por edades:
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Los recién nacidos pueden dormir una media de 17 horas al día. Con el paso de los meses, van adaptándose al ciclo de luz y oscuridad, durmiendo más tiempo por la noche y menos durante el día.
En el caso de los niños, debido a sus altos niveles de actividad, necesitan entre diez y 13 horas de sueño. Cuando ya tienen unos 10 años, el tiempo para dormir disminuye a entre ocho y 12.
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Los adolescentes por lo general duermen entre ocho y nueve horas, mientras que el adulto requiere entre 7,5 y ocho horas de sueño al día.
Los expertos creen que el sueño cambia cuando las personas cumplen 40 años. A partir de esta edad se pasa menos tiempo en un estado de sueño profundo. Ese cambio en el ciclo del sueño podría ser la razón por la que, pese a haber dormido unas ocho horas, el individuo no se levanta descansado.
En esa etapa es mucho más fácil perder el sueño al menor ruido. Verena Senn, neurobióloga y experta en sueño, explica a El Confidencial de España que “la arquitectura del sueño cambia con la edad: el envejecimiento viene con un sueño más ligero, una menor eficiencia del sueño y un mayor despertar por la noche”.
En todo caso, así como el sueño se vuelve más ligero, el ser humano consigue dormir más temprano debido al cambio en su cronotipo, es decir, al comportamiento asociado con el ritmo circadiano particular de un individuo. De esta manera, a mayor edad, las personas descubren que van despertándose antes, pero también duermen más pronto.
Así también, el dolor aumenta con la edad y levantarse dolorido es más común. Esto debido a que el cuerpo no es capaz de recuperarse tan rápido de una mala postura durante varias horas. Por ello lo ideal es descansar en un colchón y almohadas de calidad.
Medidas para estimular el sueño:
- Ingerir un refrigerio ligero, como leche tibia, al menos una hora antes de ir a la cama.
- Evitar estimulantes como la cafeína al menos tres o cuatro horas antes de acostarse.
- Evitar siestas durante el día.
- Hacer ejercicio en horarios regulares, pero no tres horas antes de acostarse.
- Evite la estimulación excesiva, como programas televisivos violentos o juegos de computadora, antes de irse a dormir.
- Practicar técnicas de relajación a la hora de ir a la cama.
- Evitar ver televisión, computadora, teléfono celular o tableta en el cuarto.
- Evite los productos de tabaco, especialmente antes de irse a dormir.
- Consulte a su médico si alguno de los medicamentos que ingiere pueden afectar su sueño.
Fuentes: Biblioteca Nacional de Medicina de los EE. UU. | El Confidencial | Muy Saludable