Las calles del suburbio y norte de Guayaquil despertaron temprano. Con miles de católicos que llegaban con cuadros e imágenes de Jesús para unirse a las procesiones en el Cristo del Consuelo y la Alborada.
El cielo porteño amaneció este Viernes Santo despejado. Sin lluvias ni tormentas eléctricas como ha sucedido en los últimos días. Eso facilitó el desplazamiento de los fieles a las romerías.
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Al suburbio arribaron creyentes de todas partes de Guayaquil, de cantones vecinos y hasta de provincias cercanas. Llegaban con peticiones propias, pero también colectivas, para que haya más seguridad en el país.
Los fieles recuerdan este día la muerte de Jesús, el galileo que hace más de 2.000 años hizo historia, sanando enfermos y compartiendo el evangelio.
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En ese Cristo cientos depositaban y reafirmaban su fe este día. Unos padres llegaron con sus hijos a pedir por sus dolencias. Otros rogaban por sus familiares enfermos, internados en hospitales.
Entre los peregrinos estaban personas que intercedían por familiares que han salido al exterior en busca de mejores días. También estaban aquellos que se han quedado en el país, pero que piden un empleo formal para ellos o los suyos.
Dentro de la romería había otros que pedían a Jesús sabiduría para las autoridades en un momento complejo que atraviesa el país. También pedían estabilidad.
Otros clamaban a Cristo para que pueda haber más seguridad, para que paren las muertes violentas, las extorsiones en los barrios.
Guayaquil vive momentos cruciales por el aumento de los crímenes, los ataques con explosivos. Hay medidas que unos consideran que no han tenido efecto. Por eso invocaban a Cristo para que pueda venir ayuda desde lo alto.
En la zona de la Alborada, donde cientos se unieron a la procesión conjunta de parroquias, había el mismo sentir: pedir por este país, por Guayaquil.
Allá hubo fieles que se arrodillaron en las estaciones, como un acto penitente de reconocer la soberanía de Dios. (I)