Cuando fue a matricular a su hija en una unidad educativa particular del norte de Guayaquil, María tuvo que llenar una ficha, a manera de actualización de datos de la estudiante, en la que puso, entre otras cosas, los nombres de la alumna, la dirección de domicilio, contactos, tipo de sangre, si sufre de alergias, si tuvo COVID-19 y si recibió alguna dosis de la vacuna contra el coronavirus.