La oscuridad llega a la avenida Isidro Ayora, a la altura de Samanes 4, pasadas las 18:30. Los apagones previstos por la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL) se cumplen a tiempo en esta zona y esto obliga a los diferentes grandes negocios a encender generadores o plantas eléctricas para continuar operando.
Las pequeñas carretas que se colocan cerca de las puertas de esta ciudadela del norte, poco a poco, empiezan a encender sus focos recargables para no perderse durante la noche. Algunos se colocan debajo de los edificios de las cadenas de supermercados para alumbrarse hasta que finalicen los racionamientos durante la noche.
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Las carretas se convierten durante los apagones en diminutos puntos de luz que se divisan a medida que uno se acerca a las estructuras. Desde lejos, en zonas en las que parecería no haber movimiento de personas, están esos pequeños vendedores tratando de sobrellevar los cortes de luz.
Cuando Kelvin Aponte empezó a atender en su carreta de hamburguesas y hot dogs hace seis meses solo lidiaba con el temor de los robos y asaltos. Ahora, a estos dos problemas se suman los cortes de energía, que, aunque no han frenado su trabajo, han afectado sus ventas en el último mes.
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Él sale con todos sus implementos hasta la avenida Isidro Ayora, en Samanes 4, desde las 17:00 hasta cerca de las 23:00.
Junto con él, a la misma hora llega otra carreta que ofrece morocho y pan caliente.
Kelvin coloca todos los ingredientes ordenados sobre la estructura metálica para facilitar su trabajo durante la noche. Desde finales de septiembre a esta acción le añade la de colgar cuatro focos recargables. Estos se han convertido en la “herramienta más valiosa” que tiene ahora en su carreta.
Cerca de las 18:15 enciende una de las bombillas. Pasadas las 18:30 prende las otras tres, que le permiten freír los alimentos y servir a los clientes.
Él y su compañera son los únicos puntos de luz en la intersección de la Isidro Ayora y la avenida del Maestro.
“Nunca pensé que unos focos se iban a convertir en la herramienta más valiosa que ahora tenemos los emprendedores”, manifiesta Aponte.
En el suroeste de la urbe, a lo largo de Francisco Segura, los comerciantes de empanadas, cangrejos y aguas aromáticas tratan de captar a sus clientes en las diferentes intersecciones con focos recargables y focos con paneles solares.
A la altura de José Mascote se coloca Juan Carlos Caamaño con una de estas últimas bombillas. Él vende empanadas, coladas y leche de soya en una pequeña carreta que está frente a una vivienda. En ese espacio tiene mesas y sillas, en las que también colgó focos.
Su puesto de comida se observa desde la avenida del Ejército por la luz led de las bombillas.
Los días en los que no usa este tipo de focos, utiliza los tradicionales, conectados a una extensión que da a otro local de la zona.
“Si uno no se las ingenia, no trabaja y lo que más se necesita ahora es trabajar”, menciona el comerciante. En José Mascote y 4 de Noviembre, los dueños de carretas de chuzos y carnes al carbón atienden durante los cortes con focos recargables.
Los pequeños emprendedores hablan de resiliencia en medio de la crisis energética. Sin embargo, solicitan al Gobierno que se modifiquen los horarios nocturnos para que los negocios que funcionan entre las 17:00 y las 00:00 no quiebren. (I)