El padre jesuita Juan Cavanna, superior de la comunidad jesuita en el colegio Javier de Guayaquil, residía en Quito y colaboraba en el área de pastoral de la Universidad de la Pontificia Católica de Ecuador cuando se dio la visita del papa Francisco en julio del 2015.

En ese entonces, los padres jesuitas de Quito y de otras localidades cercanas, como Riobamba, se juntaron en la universidad para recibir la visita del papa, que falleció este lunes, 21 de abril, en el Vaticano.

En la sala, el pontífice dedicó unos minutos para tener una cita con ellos en una sala improvisada y luminosa, recordó Cavanna. Con los religiosos saludaron y se presentaron sobre sus proyectos actuales. Ahí, además tuvo una charla con la comunidad educativa.

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“Para nosotros un honor enorme y motivo de acción de gracias, primero que tenemos un papa de la misma orden de la Compañía de Jesús y que se acerque a saludarnos”, recordó Cavanna, sobre ese momento.

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En ese encuentro, Cavanna se acercó al sumo pontífice y le recordó que ha sido parte de su formación en Argentina.

“Siempre ha sido de gastarle bromas a la gente, tal vez como papa no lo hizo mucho, siempre fue bromista, y cuando él llegó a la comunidad, yo le hice acuerdo que él fue mi superior y era mi confesor. Él me queda mirando, me reconoce y me dice ‘Che, qué envejecido estás’”, recordó el padre Cavanna, quien instantes después pudo guardar un recuerdo en una gráfica. Ambos aparecen sonrientes.

El padre jesuita Juan Cavanna, superior de la comunidad jesuita en el colegio Javier de Guayaquil, durante la visita del papa Francisco en Quito. Cortesía.

En Quito, Cavanna también pudo observar de cerca varias de las actividades de Francisco. Entre esas, el pontífice pudo cumplir su deseo de conocer el cuadro del milagro de la Virgen de la Dolorosa que reposa en el colegio San Gabriel. Sin embargo, el desplazamiento hacia el plantel educativo era muy largo, y los jesuitas llevaron la imagen a la iglesia de la Compañía de Jesús, que está en el centro histórico de la capital.

Ahí, el pontífice se acercó con fe y devoción a la imagen. Estuvo durante un rato en oración al pie del cuadro de la advocación mariana.

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En Argentina, en los años 80, Cavanna estuvo cuatro años de estudios de Humanidades y Filosofía, como parte de la formación sacerdotal. En esa época, el padre Jorge Bergoglio, nombre secular del papa, era superior de la comunidad.

Cavanna recordó que en ese entonces Bergoglio se mostraba muy cercano, cálido, bromista, ejemplar y era alguien que invitaba con su forma de ser a que los demás deseen hablar con él.

Entre esas anécdotas, recordó que se les insistía en rezar la novena de la Dolorosa, y además al dar disposiciones era el primero en dar el ejemplo.

Los sábados, por ejemplo, en los barrios salían a dar catecismo a niños de alrededores, mientras el padre superior cargaba cestas de ropa sucia de la comunidad para lavarla y después la tendía en los cordeles situados detrás de la casa, y finalmente las planchaba.

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“Eso era un testimonio de humildad, y sencillez que la mantuvo siempre, acuérdense que cuando llegó a papa llegó con unos zapatitos muy viejitos y no se los quiso cambiar, era muy austero, humilde, daba ejemplo, tenía una claridad muy grande, muy justo para determinar las cosas que se debían hacer”, agregó Cavanna,

El padre Cavanna también recordó que algunas cosas que les inculcaba en su etapa de formación luego las siguió profesando de papa.

“Decía con el diablo no se dialoga, porque si dialogas sales perdiendo, a la tentación tienes que decirle simplemente no”; otra frase que dijo después “hay que tener cuidado porque el diablo empieza por el bolsillo, por la ambición del dinero, ambición desmedida”, indicó el padre.

Entre las consignas dadas por Francisco, el padre remarcó que era insistente en manifestar que la Iglesia tiene que acercarse al pueblo de Dios y no se puede esperar sentado a que la gente llegue. En ese camino, en Argentina, él debió acudir a una mujer que padecía cáncer y debió acompañarla para rezar y seguir su caso hasta que falleció.

“La gente tiene que sentir que la Iglesia se preocupa por ellos. Eso nos inculcó muchísimo, por eso el celo con la cercanía con la gente que lo necesita lo tenemos quienes nos formamos con él en esa época”, reflexionó Cavanna. (I)