Durante los recientes diez días la comerciante Dora Luna ha estado expuesta al sonido de dos generadores de energía eléctrica que están ubicados frente a su local en la calle Rumichaca y Aguirre, centro de Guayaquil. Uno fue adquirido por ella para poder atender en su negocio de plásticos y el otro es de una vendedora vecina en esa zona.

Cuando recién empezaron los apagones en septiembre, Luna lidiaba solo con el pitido de un UPS que mantiene encendida una computadora. Luego, a mediados de octubre cuando adquirió el generador, tuvo que sumarle a ese sonido el del aparato que funciona con combustible y que le permite tener encendidas las luces y un mostrador en su local.

Publicidad

Guayaquil tendrá cortes de seis horas del 5 al 10 de noviembre, según CNEL

“Al inicio, con la bulla de los carros y de las personas, yo como que lo pasaba por alto. Luego me empecé a dar cuenta que pasaba con jaqueca y que me desesperaba porque tenía que gritar para que me pudieran escuchar, porque el sonido del generador es una cosa que me estaba alocando”, relata la mujer.

Leonor Apolo, quien vive en el primer piso alto de un edificio ubicado en Lorenzo de Garaycoa y Víctor Manuel Rendón, cuenta que ha optado por usar audífonos la mayor parte del tiempo para disipar el sonido de los generadores que hay en su cuadra.

Publicidad

En ese sector, una panadería y al menos tres negocios tienen encadenados a unas columnas los aparatos que permanecen encendidos durante la mañana y tarde.

Comerciantes de la bahía opinan sobre los cortes de energía. Foto: Francisco Verni Foto: Francisco Verni Peralta

“No les puedo decir que los apaguen, porque no lo van a hacer. Es una solución para ellos, pero una molestia para nosotros. Uno después de que los apagan se queda con ese sonido en el oído y no se va hasta unos 15 o 30 minutos”, afirma Apolo.

Comerciantes de la calle Rumichaca manifiestan que durante las horas pico el sonido de los generadores es superado por el de las bocinas de los vehículos y de los buses urbanos. Sin embargo, poco a poco, esto ha empezado a irritar a transeúntes, clientes y a personas que viven en los pisos altos de los edificios en los que funcionan los negocios.

En calles del casco comercial central de Guayaquil se observan hasta tres generadores por cuadra. Algunos están uno junto a otro; otros, en cambio, se ubican a unos 20 o 30 metros entre sí.

“Nadie pensó que algo que iba a solucionar los apagones se iba a volver molestoso y ahora algo con lo que uno debe lidiar, sabrá Dios, hasta cuándo”, señala Mariuxi Vilisema.

¿Qué efectos tiene para la salud la exposición al sonido del generador?

El doctor Francisco Plaza, expresidente del Consejo Médico Andino, explica que un generador pequeño, el que regularmente se está utilizando en comercios y viviendas, genera entre 70 y 85 decibelios. Los más grandes pueden superar ese rango.

“Ese nivel, de 70 decibelios, es un nivel que ya no está aconsejado por la Organización Mundial de la Salud. (...) La organización sugiere no más de 40 decibelios durante la noche y no más de 60 o 65 decibelios durante el día. De tal manera que este aparatito que ya genera más de 70 decibelios es tóxico desde el punto de vista del ruido que produce y lógicamente afecta el aparato auditivo”, afirma.

Según Plaza, la afectación no solo derivará de la intensidad, sino también de la duración. Con los cortes de energía, una persona está expuesta a este sonido más de 45 minutos o durante una franja completa de racionamiento que puede llegar a las cuatro horas.

Entre los efectos palpables de la exposición prolongada está que la persona se vuelve irritable y reactiva, asimismo puede presentar dolores de cabeza y acúfenos (zumbidos luego de la exposición).

‘No sé cómo vamos a llegar a fin de mes’: pequeños negocios del norte de Guayaquil pierden a diario entre el 30 % y 60 % de sus ventas por los cortes de luz

“Si una persona está expuesta constantemente a este tipo de ruido, eso produce un trauma, más que trauma acústico, una disminución lenta y progresiva de la audición, que se va a hacer evidente con el paso del tiempo. El aparato auditivo va perdiendo su sensibilidad y, cada vez, necesitará estímulos más fuertes para poder funcionar adecuadamente”, detalla Plaza.

Entre las recomendaciones para las personas que laboran o viven cerca de sitios en donde se usan estos aparatos está la de usar protectores auditivos, que son una especie de audífonos. También, aconseja Plaza, solicitar que los generadores estén a poco más de 50 metros para disminuir la intensidad del sonido. (I)